El Gran Reloj Kenneth Fearing

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    El Gran Reloj Kenneth Fearing La escena que me viene la psique ahora sería probablemente una de esas incluidas en una lista de experiencias que se deben presenciar ya antes de fallecer

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El Gran Reloj Kenneth Fearing La escena que me viene la psique ahora sería probablemente una de esas incluidas en una lista de experiencias que se deben presenciar ya antes de fallecer. Si bien, todo hay que decirlo, es algo bastante surrealista y algo extraño debe existir en el comportamiento racional de aquel que desee vivirla. Realmente bien, algo debo tener que me distinga del resto, qué se le hará. A saber, Tercera Avenida; N. York, of course; un antro llamado Gil’s, regentado por el propio mentado, afirmaríamos que amiguísimo de un tal Diógenes. Entramos al cuchitril, solicitamos una cerveza, por servirnos de un ejemplo, y vislumbramos un planeta de objetos múltiples sacados de una historia, cronológicamente hablando. Jugamos al juego de solicitarle al tal Gil un objeto cualquiera, y si no lo tiene en ese escaparate de vidas precedentes y sendas turísticas por vertederos múltiples, la bebida sale by the face, sin costo para los expertos. Supongo que saldría arruinado de allá. Mas sí que hay algo que le solicitaría, de ahí que de no perder el tiempo jamás más. Un reloj. Mas no un reloj cualquiera, sino más bien EL GRAN RELOJ. Y es que Kenneth Fearing ya lo decía: hay siempre y en toda circunstancia que estar a hora con esa maquinaria perfecta, ese gran reloj. Por el hecho de que el tiempo es un bien menospreciado mas apreciadísimo realmente. Siguiendo con el tema temporal, el interrogante es: ¿Qué es de verdad el tiempo? O bien mejor planteado el tema, ¿Es el tiempo el dueño de nosotros mismos? Fearing probablemente va a ser muchas cosas, mas si de algo me he asegurado tras concluir de leer EL GRAN RELOJ es que es un profesor en el momento de contestar preguntas como las precedentes. Y en forma de novela negra. De las mayúsculas. Ya leyéndola, sabes que precisas el tiempo justo para hacerlo, sin más ni más, sin menos, el preciso. Perfección. Veamos puesto que. No creo que sea una de las tramas más rebuscadas que haya leído hasta el instante, más bien todo lo opuesto. George Stroud, editor ejecutivo de una enorme conjunto empresarial en el campo periodístico, empresas Janoth, se transforma en el amante de la amante de su jefe. Un asesinato transformará de un día para otro a Stroud en presa de una prosecución en la que mismo es el cabeza de la investigación. A simple vista el doble papel cazadorpresa puede representar complejo, mas el arte que prueba Fearing despejando los cauces complicados de la historia hace que los engaños, planes y argucias del protagonista prosigan una línea recta temporal durante toda la novela, ayudados por esas manecillas que marcan la marcha de la vida en el enorme reloj del destino. La inseguridad creada por el ansia de no ser descubierto al tiempo que hacer su trabajo en la busca (ya acabada) del enigmático hombre va a dar juego a Fearing mediante Stroud y en menor medida a través del resto de sus personajes para amoldar las demandas de ese gran reloj que absolutamente nadie puede retrasar, adelantar, ni menos todavía parar. 9788498678840Un primer punto sería la diversidad narrativa, o sea, son los protagonistas los que relatan la historia, cada uno de ellos desde su perspectiva. La repercusión de los intereses personales plasman una visión perfecta de la vigencia narrativa en EL GRAN RELOJ de la metáfora del tiempo. George Stroud vive su sofocación al procurar utilizar un plan para librarse de la prosecución de su jefe y que mismo dirige. Earl Janoth, por su parte, busca librarse de su culpabilidad delincuente mediante la investigación que realiza Stroud, y Georgette Stroud, reconoce el temor a enfrentarse a los espectros pasados viendo que la rutina marital vuelve a romperse. Todos son primeras personas, contando una misma historia, en una misma línea temporal. Una maestría de Fearing al tratar una argumentación de novela negra desde fuera de los cánones frecuentes. La investigación, como guinda, es llevada a cabo por cronistas, hambrientos de nueva, incrementando el nivel de tensión, y sencillamente con ocasión de descubrir. El estrellato entre líneas no es el de la justicia por asesinato. La segunda lectura es que el “¿quién?” importa, mas como coartada. Mas si volvemos al comienzo de esta entrada, la visión general de todo el significado intrínseco de EL GRAN RELOJ lo hallamos en un antro lleno de trastos viejos de cualquier calaña. Todo objeto tiene una historia, todo objeto vivió su vida, y el destino deseó que concluyera tras una barra de bar, del Gil’s. La vida pasa para todos, y en todos y cada instante de la vida pasan situaciones que absolutamente nadie puede trastocar, y todo tiene su tiempo. Como la obra de arte comprada en casa de Antigüedades de la Tercera. El enorme reloj manejó su tiempo, y fue protagonista incontrovertible de toda la trama. Quizás fuera el enorme reloj de Stroud. Charlamos de una novela que marcó su tiempo, su espacio, su estilo. Kenneth Fearing ha ido alén del puro asesinato, de la pura investigación, y del puro hilo argumentativo. Ha pasado sobre el narrador y ha marcado a EL GRAN RELOJ como el directivo de la orquesta. Está escrito. Si bien al final, como Stroud, vayamos unos minutos tarde, siempre y en todo momento vamos a hora con esa maquinaria perfecta que es la que verdaderamente marca la hora. Me marcho a Gil’s, a proseguir jugando un rato. ¿Va a tener un reloj?

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