"No es moco de pavo para mí atinar con las motivaciones que un buen día, allí por el año mil novecientos setenta y siete, me arrastraron a investigar y redactar sobre la imagen de la Virgen de Guadalupe en México. Si tuviese que decidirme por una, creo que escogería la curiosidad. En uno de mis viajes por América leí la "nueva" del descubrimiento en los ojos de la imagen de la Señora de Guadalupe de una figura humana. Para ser precisos, el descubrimiento de un "hombre con barba" en el ojo derecho de la imagen que de forma enigmática quedó impresa en la tilma o bien manta de un indio llamado Juan Diego el doce de diciembre de mil quinientos treinta y uno. Aquella "nueva" se me antojó tan desatinada y fenomenal a un mismo tiempo que admití el reto y me entregué enteramente al esclarecimiento de aquel acontencimiento. ¿Qué había de determinado en aquella "nueva"? "A Dios gracias, mis investigaciones no empezaron hasta mil novecientos ochenta y uno. Y digo "por fortuna" por el hecho de que entre los años mil novecientos setenta y nueve y mil novecientos ochenta otros científicos efectuaron desconcertantes descubrimientos. Smith y Callahan, usando películas infrarrojas, confirmaron que el semblante, manos, túnica y mantón de la Virgen "no eran pintura humana". En esas datas, otro prominente científico, el maestro Aste Tonsmann, especialista en computadoras, daba a conocer otro descubrimiento revolucionario: aparte del ya convocado "hombre con barba", en lo más profundo de los ojos de la Virgen de Guadalupe, y a través de un complejo proceso de "ización" de imágenes, este ingeniero y maestro de la Universidad de Cornell (N. York) había encontrado otras 12 figuras. "¿Qué significaba todo esto? ¿A quiénes correspondían estas imágenes? ¿Ante qué nuevo reto se encaraba la ciencia? A lo largo de meses me he entregado en cuerpo y ánima a la investigación de este singular misterio. "He llevado a cabo 3 nuevos viajes a América, interrogando a historiadores, antropólogos, especialistas en pintura y restauración, especialistas de todo género en la civilización azteca, médicos cirujanos, oculistas y especialistas en ordenadores. Han sido más de un ciento las obras consultadas y también innumerables las horas de estudio y reflexión sobre este desconcertante tema. Fruto de ello ha sido este primer trabajo El misterio de Guadalupe, escrito al lado de todo sentimiento religioso. "Que el lector saque sus conclusiones sobre lo que, a mi modo de ver, forma uno de los misterios más pasmosos del siglo veinte. (J. J. Benítez)