El Sindicato De Policia Yiddish Michael Chabon

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El Sindicato De Policia Yiddish Michael ChabonSiempre es agradable conocer nuevos autores, nuevas formas de comprender la literatura y contar historias. Más todavía, si se trata de prosistas del talento y calidad de Michael Chabon, una interesante y afianzada voz de la narrativa de Norteamérica. A él lo conocía por una aparición en Los Simpson, en la que dialoga y amenaza de golpes a uno de mis autores preferidos, Jonathan Franzen (desde ahora, aconsejar los recordables episodios en que incordian a autores americanos), diciendo que su nariz precisa ciertas correcciones. Tenía planeado leer su elogiada y multipremiada novela Kavalier and Clay, no obstante, fue esta, El sindicato de policía yiddish, la que hallé en la librería, y tras leer su intrigante sinopsis decidí llevarla a la playa para el fin de semana beato.El sindicato de policía yiddish imagina una historia opción alternativa en la que, a lo largo de más de sesenta años, los judíos asilados y sus descendientes han vivido reposadamente en el distrito federal de Sitka, un espacio temporal dependiente de U.S.A., en Alaska, en el que los judíos han residido en paz. No obstante, el sueño de «un hogar para los judíos» semeja llegar a su final, y de nuevo la Historia los arrastra a un destino dudoso. El homicidio de un atractivo miembro de la comunidad judía servirá para poner de manifiesto las poderosas fuerzas ocultas que manejan los habitantes de Sitka, como la capacidad analítica del fantástico detective Meyer Landsman.¿Qué habría sucedido si los judíos hubieran sido expulsados de Israel y establecido en una comunidad, ya rápida a declararse un nuevo estado, en Los U.S.A. de América? ¿Y si a esta especulación histórica le añadimos una trama policial o bien detectivesca? ¿Y si unimos esto con una prosa soberbia, inteligentemente lúcida y juguetona al unísono? El resultado es esta obra divertidísima y refulgente, una crónica de lo que podría haber sido, una reescritura que lleva al lector a proponerse preguntas sobre la identidad judía en la temporada moderna y la fuerza de un pueblo por medio de la historia.Ledesman, un simpático y agudo policía yiddish, vive en un hotel de mala muerte tras un tortuoso divorcio. Allá, una noche, es despertado tras encontrarse un cadáver en una de las habitaciones. La víctima, según parece, es un señalado ajedrecista. Según parece, por el hecho de que poquito a poco se revelará su vida y lo que este hombre podría haber significado para los judíos en una temporada bastante difícil, una temporada en la que los indígenas desean sacarlos de su tierra, y que el gobierno desea suprimir el estatus de su comunidad como posible estado; una temporada que, claramente, precisa de un nuevo Mesías, el terminante tras la llegada de Jesús a la Tierra.Con el correr de la investigación el lector va a conocer detalles sobre la vida en esta comunidad judía, en donde los secretos y el ajedrez sirven como hilo conductor para presentar la historia del protagonista y sus enfrentamientos internos. Utilizando el estereotipo del detectivepolicía atormentado de una forma fresca y también irónica, Chabon consigue que el interés por la novela no degenere en un instante.Lo que más destaco de esta novela no es la interesante trama, ni la perfecta forma del autor de desarrollarla, sino más bien su prosa y habilidad con el lenguaje. Sencillamente, desvarié con su estilo, informal y formal al unísono, una exquisita mezcla alquímica que satisface al lector con su traviesa profundidad. El empleo de expresiones ultra formales en contextos graciosos, y a la inversa, en el contexto de personajes únicos y bien precisados, resulta perfectamente. En instantes me recordaba a la habilidad de Thomas Pynchon al contar una historia. La voz de Chabon, sin embargo, reluce con luz propia. Sentí, al terminar la novela, que deseaba leer todo lo escrito por este hombre.Pese a que hay instantes en que la ambición del autor por redactar esta historia son desaforadas en comparación a lo que crea, en conjunto me pareció una enorme trabajo, y indudablemente voy a repetir con Michael Chabon