Ideas para tener ideas: De qué forma ser creativo sin tener un pellizco de imaginación – Agustín Medina Este es un libro lleno de los pies en el suelo. Alén de su utilidad real, que depende de cada lector, traslada un mensaje que comparto totalmente y que frecuentemente ignoramos: el talento es común y abundante. La prácticamente infinita lista de consejos que Agustín Medina nos rega­la prueba que la inventiva es considerablemente más un hábito que un don, y que depende tanto más de nuestra voluntad que de la inspiración. Esta es una enseñanza enormemente valiosa para un tiem­po que adora a la innovación como el nuevo dios del progreso. Lo que Agustín semeja proponernos es que no es tan bastante difícil, que es suficiente con trabajar, con dedicarse. ¿Por qué razón, entonces, resulta tan poco usual la costum­bre de la inventiva en la mayor parte de las compañías? No hay duda de que no hay una sola contestación a un inconveniente tan complejo, mas en mi entender una parte de la causa hay que procurarla en el predominio absoluto de la cultura de la eficacia. El que todo haya de ser comprobado, medido, evaluado y pre­visto termina produciendo tiempos poco fértiles. Y el talento, siendo usual, precisa de un habitat determinado para mejorar. Este, que semeja un libro dedicado a individuos, habría de ser de obligado consumo para aquellas corporaciones que no terminen de comprender por qué razón no están logrando de sus equipos todo cuanto aparentemente podrían aguardar. Y no tanto pues resulte útil proseguirse al pie de la letra las recomendaciones que Agustín nos ofrece, sino más bien pues deja clarísimo que lo que procuramos con tanto esmero es excepcionalmente común, si estamos resueltos a hallarlo. Resulta conveniente no menospreciar la relevancia de lo obvio solo por­que sea obvio. Hacer de la inventiva un hábito no tiene más complejidad que proponérselo. Lo que, inevitablemente, implica un esmero. No valen de nada las fórmulas magistrales, que es lo que tantas empresas semejan buscar para ahorrarse el duro trago de revisar que es todo, todo lo que día tras día ha­cemos, y el motivo lo hacemos, lo que nos inclina cara un lado o bien cara el otro. Medir y también imaginar son rutinas diferentes. Y vivimos un tiempo en el que se nos va a demandar seleccionar. Este libro, tan lleno de los pies en el suelo, semeja decirnos que no tenemos disculpa. Es suficiente con apreciar. ¿Deseamos?