Septiembre Zombie David MoodyEl libro no es capaz para un lector exigente, aunque sí sirve como lectura de verano o para descansar entre lecturas más complejas.Como ya he dicho en alguna reseña precedente, y como repito a todo aquel que desee oírme, los zombies han ganado la partida. Pero que no cunda el pánico, solo en el gremio del terror. En el planeta que nos circunda esos seres que se mueven con lentitud aparente y esprintan en la cola del súper no son zombies, son retirados y merecen un respeto. (El chiste es malo, pero la reseña es mía)."Septiembre Zombie" de David Moody (editado por Minotauro y libre en FantasyTienda) se encuadra precisamente en la ola terrorífica actual, y con eso quedaría todo dicho, en la medida en que no es una novela que destaque por una gran originalidad, ni por una técnica literaria refinada ni por ser verdaderamente terrorífica o espantosa.Es evidente que no pasará a los anales de la literatura ni del terror. Y aunque no puedo negar que resulta soportable e incluso entretenida, y tiene la virtud de que se deja leer con sencillez, no va más allá.El argumento de la novela es sencillo: un día por la mañana, más bien temprano (la frecuente manía anglosajona de estar a pie a las 7 de la mañana), todo el planeta se muere de pronto, salvo unos pocos desgraciados que sobreviven con un shock notable. Con ese panorama desolador cualquiera tendría bastante, pero el autor decide darle un plus de “originalidad” haciendo que los fallecidos empiecen a resucitar medio alelados y moviéndose erráticamente de un sitio a otro. ¿Te ves en la situación? Ya que ahora viene lo mejor, en otro ejercicio de inventiva, los pocos supervivientes de la zona se reúnen en un centro civil, que resulta ser una construcción de bajo presupuesto y poco agradable. Para rematar, en otro ejercicio de originalidad, entre los supervivientes existe algún gilipollas integral.Desde el primer momento está claro que no es ninguna fortuna pertenecer al 1 por ciento de la población que no se ha muerto de repente. La gran lección de este y otros libros de catástrofes, plagas y similares es que si sobrevives a la desgracia en cuestión lo vas a pasar horrorosamente mal, salvo que tengas la misma vida social que un eremita o más inventiva que McGyver. La moraleja muy frecuente del género catastrófico, zombie, apocalíptico, etc. es que el humano, por muy cabrón que sea (hay gente malvada en este planeta) es un ser social y, lo más esencial, hace falta mucha gente para que funcionen los supermercados o las neveras y si se muere (prácticamente) todo el planeta no vas a poder pasarte el día viendo películas o jugando a la play (preciso, no habrá electricidad, entre otras muchas cosas).Pues de esta forma empieza "Septiembre Zombie" y sigue por los mismos caminos. Ya, sé: se asemeja mucho a todo lo demás que ha dado el género en cine o literatura; incluso recuerda vagamente a determinadas películas como "Amanecer de los fallecidos". Tú lo sabes, lo sé y Moody además debe saberlo; y si cualquiera empieza a hacer una historia de zombies es de suponer que hay un 90 por ciento de posibilidades que sea todo muy semejante. Pasa lo mismo en la mayoría de los western; son parecidísimos, y nadie ha tenido la ocurrencia de localizar uno en la Gran Vía de Madrid… y por algo será. El único detalle verdaderamente original es el despertar paulatino de los instintos asesinos de los zombies, que pasan al principio de errar sin más a concluir desarrollando su usual voracidad primaria tras unos días, días que el autor aprovecha para presentar los inconvenientes de la convivencia de los supervivientes con sus típicos/tópicos miedos a lo desconocido. Realmente el “zombie por etapas” es el detalle que salva el libro, puesto que en lo que se refiere al resto es previsible.Entre los supervivientes asilados en el centro comunitario tenemos los frecuentes traumatizados, los frecuentes ególatras, los frecuentes que esperan que alguien aparezca a salvarlos, los que desean mandar, los que desean que nadie salga, los que desean que nadie entre, etc. Y en este variado y manido abanico de supervivientes tenemos a los tres protagonistas, además bastante previsibles: Michael, Carl y Emma.Como es de prever los tres protagonistas ven la luz y deciden que quedarse encerrados en un centro comunitario esperando el advenimiento no es muy práctico y se marchan por su cuenta, dejando dentro a los asustados o a los convencidos de que lo mejor que se puede hacer es no hacer nada.Buscar un lugar dulce, hallar comida y asimismo ir descubriendo poco a poco como los zombies se hacen violentos es todo lo que resta del libro. Tampoco en esta fase es un prodigio de originalidad: siendo tres supervivientes, dos hombres y una mujer, uno de los hombres comienza a retraerse y a mostrarse esquivo y insociable al tiempo que los otros dos acaban conformando una suerte de pareja.Y siento cargarme parte del final, pero como era de suponer los zombies acaban siendo beligerantes y nos dan un fin de celebración movidito pero no increíble. Entre medias el insociable ha acabado enajenado y la pareja intenta salvarse de la marabunta, llevándonos a un final abierto que deja a Moody plantear una eventual segunda parte.Con ser un libro plagado de lugares comunes y bien poco o nada original, empapado en la ambientación y los personajes de tópicos del cine y de la literatura de temática zombie y fatalista, se lee bien y entretiene en ocasiones, aunque al final pueda resultar un tanto decepcionante. A mi juicio no es capaz para un lector exigente, aunque sí sirve como lectura de verano o para descansar entre lecturas más complejas