Arquimedes Y La Palanca Paul StrathernArquímedes fue uno de los 3 matemáticos supremos de todos y cada uno de los tiempos, considerado por norma general comparable a Newton y Gauss. Todos conocemos la historia en la que brinca de la bañera chillando «¡Voilá!». Prácticamente igualmente insigne es su fanfarronada: «Dadme un punto de apoyo y voy a mover el mundo». Se refería al fulcro y a sus conocimientos sobre las palancas mas, en cierta manera, asimismo a considerablemente más cosas. Arquímedes movió el planeta, desde entonces. Cambió por completo nuestra visión de él. Los viejos helenos convirtieron la concepción primitiva de la matemática y Arquímedes jugó en ello un papel esencial, llevándola hasta el umbral del pensamiento matemático moderno, punto en el que en todos y cada uno de los sentidos languideció a lo largo de prácticamente 2 milenios. Desgraciadamente, absolutamente nadie recogió el testigo tendido por Arquímedes.El pensamiento científico de Arquímedes era parte integral de su concepción matemática. Revolucionó la mecánica, ideó la hidrostática y creó el estudio preciso de sólidos más complejos. Las operaciones que esto requería le llevaron a inventar una forma primitiva de cálculo diferencial y a una entendimiento avanzada de la numerología. Asimismo resaltó en la esfera práctica. Entre sus inventos se cuentan poleas y palancas, una bomba de agua y una forma primitiva del láser. Es muy posible que hubiese otros de los que no se incordió en dejar perseverancia de ellos, o bien que desaparecieron por siempre con sus obras perdidas. Arquímedes no valoraba sus creaciones prácticas, y raras veces se incordió en consignarlas. Sin embargo, los tratados que sí recogen su obra prosiguen resultando tan pasmosos y lúcidos como el día en que fueron escritos. Por fortuna, la mayor parte son simples de entender, aun para los profanos. Estas obras ofrecen una perspectiva singular sobre el funcionamiento de una psique singular.Pero aun una psique como la de Arquímedes no brota de la nada. Para entender lo que entendió y para estimar lo que hizo con este saber, primero hay que conocer de qué forma era el planeta antes que apareciese en escena.El planeta tal y como lo halló ArquímedesLas raíces de la ciencia se encuentran en el aprendizaje por el procedimiento experimental. Tal forma de aprendizaje se aprecia aun en los animales. La paciente espera del gato a la entrada de la ratonera es una práctica científica. En un caso así espera que se repitan una serie de sucesos. (Mientras, el ratón, al escapar por otro orificio, prosigue su camino científico).La causalidad (relación de causa y efecto), la inducción (inferencia de leyes generales desde casos en particular) y la ordenación (discernimiento de pautas físicas y temporales) son los impulsos científicos básicos. La ciencia es la busca de significado práctico, o sea, de una explicación que se pueda utilizar. Esta ha sido la base de la ciencia humana desde los tiempos prehistóricos hasta la primera una parte del siglo veinte. (Determinados aspectos de la teoría cuántica y de la cosmología ya no cuadran con estas reglas científicas).La ciencia del siglo veinte lo ha transformado todo, mas en temporadas precedentes hubo progresos significativos semejantes. Uno de ellos ocurrió alrededor del dos mil quinientos a. de C. cuando se erigió Stonehenge en G. Bretaña y se edificó la Gran Pirámide en Egipto. Los dos monumentos incorporaban ideas religiosas y astronómicas cuya sofisticación no ha sido apreciada de forma plena hasta este siglo. La investigación meticulosa de Stonehenge y de las pirámides descubrió unos pasmosos conocimientos matemáticos. Los que edificaron los dos monumentos entendían, en los términos prácticos más fáciles, la relación entre los 2 lados y la hipotenusa de ciertos triángulos rectángulos (o sea, a2 + b2 = c2). En otras palabras, habían captado el fundamento de lo que conocemos como el teorema de Pitágoras cerca de dos mil años antes que este naciese.La primordial fuente de inspiración científica y matemática tanto de los viejos egipcios como de los británicos megalíticos eran los cielos. Lo que ocurría en este campo superior era contemplado con reverencia y horror. Los acontencimientos que allá tenían sitio auguraban tanto magníficas cosechas estivales como desastres. Allá radicaba el orden, la regularidad y la certidumbre inflexible.Lenguaje: De España