Aspectos generales sobre su comercialización, selección y utilización Para combatir los peligros de accidentes y de perjuicios para la salud, resulta prioritaria la aplicación de medidas técnicas y organizativas destinadas a quitar los peligros en su origen o bien a resguardar a los trabajadores a través de disposiciones de protección colectiva. Cuando estas medidas se revelan deficientes, se impone la utilización de equipos de protección individual, a fin de prevenir los peligros residuales inevitables. El hecho de que se recurra a los equipos de protección individual como “último escalón” de la acción precautoria no se debe a que este género de medida sea menos esencial que el resto. El primordial motivo, para anteponer otro género de medidas a la protección individual, se debe a que la utilización de una protección individual supone establecer un contacto directo del trabajador con el peligro, sin que exista otra “barrera” detrás para quitar o bien reducir las consecuencias del daño en caso que el riesgo se materialice y, en estas condiciones, si el equipo de protección individual falla o bien resulta ineficaz, el trabajador padecerá las consecuencias del daño con su severidad. Desde el punto de vista técnico, los equipos de protección individual actúan reduciendo ciertas componentes factoriales del peligro. En este sentido, las técnicas de evaluación de peligros en los terrenos de la Seguridad y de la Higiene Industrial se fundamentan en una composición factorial, como la que se señala a continuación: Seguridad Nivel de Peligro = Consecuencias x Probabilidad x Exposición Higiene Industrial Nivel de peligro = Concentración de contaminante x Tiempo de exposición De esta forma, para el caso de la Seguridad, los EPI actúan esencialmente reduciendo las consecuencias derivadas de la materialización del peligro, al tiempo que en el caso de la Higiene Industrial los equipos acostumbran a actuar reduciendo la concentración de contaminante a la que está expuesto el trabajador. En los dos casos, la eficiencia protectora va a depender de la adecuación del EPI a los niveles de peligro preexistentes. Por este motivo una conveniente elección, utilización y mantenimiento de los equipos resultan esenciales para lograr los objetivos planteados de reducción de los niveles de peligro existentes en el sitio de trabajo. Estas labores, la mayor parte de las veces, resultan complejas y para su desarrollo es necesario tener en cuenta múltiples factores concurrentes, resultando de capital relevancia la experiencia del personal que las realiza. En este capítulo se pretenden exponer los criterios básicos que establece a este respecto la legislación actual en España al objeto de que puedan ser interpretados y llevados a la práctica por dicho personal