Atlas Temático: NaturalezaConsideremos 2 instantes culminantes de la Historia de la Humanidad, aquel en que el Hombre comienza a manifestarse por vez primera por medio de una cultura y aquel en que, asimismo por primera vez, puso su pie en la Luna. El primero lo es por el hecho de que significa el inicio de su evolución cultural; el segundo por el hecho de que representa la culminación de una dilatada fase en esa evolución.Entre los dos instantes el Hombre se ha planteado múltiples interrogantes: la Naturaleza, su planeta circundante, ha dado origen a muchas de ellos, a los que en un comienzo no alcanzaba a contestar. Después, cuando adquiere conciencia de su anhelo de saber, brotan primero la Filosofía y en seguida las Ciencias FísicoNaturales. Efectivamente que los primeros pasos en el conocimiento del planeta y de sus elementos miembros los dio considerablemente más para satisfacer unas necesidades vitales primarias que por anhelo de pura especulación. Esto último es un fenómeno posterior, prácticamente reciente, que viene determinado por la posibilidad de que ciertos individuos de la sociedad dejen de ser elementos de forma directa productivos para rechazar su actividad cara campos que de entrada no lo eran.Así brota la figura del científico, que comienza a adquirir gran esplendor desde el siglo XVI, y lo disfruta al límite en el instante actual en prácticamente todos los países del planeta. Y puede decirse que la Ciencia, por medio de la Técnica, ha entrado en nuestras vidas al compás de su evolución. Un hombre criado y educado en nuestro campo cultural difícilmente se adaptaría al sistema de vida de tan solo 100 años atrás, mucho menos al de la Edad Media.Pero la línea conducente al logro del conocimiento científico no siempre y en toda circunstancia ha sido, ni muchísimo menos, continua y ascendiente. Solo la constancia, el empeño y el profundo espíritu crítico de ciertos hombres, que, al lado de su talento, les ha llevado a valorar los hechos y las experiencias en su justa medida, han hecho posible el establecimiento de muchas verdades científicas trascendentales en frente de la ignorancia y la superchería generales de hace unos siglos y, a veces, al orgullo de aquellos otros inútiles de reconocer sus fallos. A semejantes hombres los llamamos excelentes, y les reconocemos por sus nombres. Mas no solo de genios está hecha la Humanidad; miles y miles de hombres y de mujeres anónimos, en laboratorios y centros de todo el planeta, han secundado y ampliado enormemente su tarea. Y considerablemente más, de una profesión cualquiera y desde cierto punto cualquiera, hacen posible con su trabajo la vida en la sociedad humana. A quienes, de entre estos últimos, sientan curiosidad por la Naturaleza, se dirige este libro