Biogeografía y edafogeografía – Casildo Ferreras y Concepción Y también. Hidalgo Forma un tópico aseverar que la Biogeografía ha sido una rama marginada de la Geografía física, no obstante, resulta conveniente rememorar que cuenta con una larga y sólida tradición en la escuela alemana y que, en la escuela francesa, De Martonne la trató en plano de igualdad con la Geomorfología y la Climatología, si bien más tarde va a quedar rele­gada a un segundo plano con el tiempo. No obstante, desde los años sesenta la Biogeografía francesa ha experimentado un notable desarro­llo, recobrando cualitativa y cuantitativamente el tiempo perdido, y cuenta hoy en día a nivel no solo de estudios de investigación, sino más bien asimismo de manuales y obras de conjunto con una rebosante bibliografía. En este país, en el que el desarrollo de la Geografía física como conocimiento especializado es tardío, el retraso relativo de la Biogeografía se manifiesta en un menor número de geógrafos espe­cializados en ella y si en la investigación la producción bibliográfica ya es parcialmente rebosante, en lo que se refiere a obras generales se aprecia una acusada dificultad, hasta el punto de que al presente libro le cabe el honor y la responsabilidad, ojalá por poco tiempo, de ser el primer libro de Biogeografía General de la Geografía de España. Se reúnen en él, por razones de programación de la compilación, 2 ramas diferentes de la Geografía: la Biogeografía y la Edafogeografía. Las dos merecían haber sido tratadas separadamente, lo que hubiese tolerado examinarlas con mayor extensión y profundidad, mas su in­clusión en un solo volumen enlaza con una larga tradición de estudio conjunto en la ciencia geográfica. Habitualmente este estudio conjunto ha llevado a estimar que suelos y flora, formaban una parte de una misma rama. Como parte por derecho propio, o bien en fun­ción de la flora que de ellos extrae el agua y nutrientes que precisa para su desarrollo, los suelos han sido con cierta frecuencia conside­rados rama de estudio de la Biogeografía y también incluidos dentro de ella. No faltan, o bien quizá fuera más preciso decir faltaban, razonamientos para justificar esta unión en verdad del estudio de la flora y de los suelos. En la Geografía tradicional, esencialmente de orien­tación regional y gráfica, podía resultar útil por razones educativas o bien expositivas, dado el paralelismo entre la distribución de las grandes formaciones vegetales y los grandes géneros de suelos zonales. Es conveniente, no obstante, apuntar que esta coincidencia territorial se debe a las incuestionables relaciones mutuas entre suelos y flora tanto como a la definitiva repercusión que sobre los dos ejercita el tiempo