De entrada resulta tan evidente el interés que puede despertar en el lector una biografía de Luis Carrero Blanco que ni tan siquiera precisa justificarse su redacción. Un hombre que estuvo a lo largo de tantos años al lado del general Franco, desempeñando un papel que a absolutamente nadie se le ha podido acontecer que fuera banal, ha de ser un objeto prioritario de biografía política. No obstante, hay otra imagen, que su persona evoca inmediatamente, que hace meditar, asimismo desde el primer instante, en una complicad inicial para escribirla. Carrero Blanco fue durante su vida un protagonista político ubicado, por propia voluntad y de forma prácticamente obsesiva, en una segunda fila. Eso ha podido generar acerca de él una impresión que, desde entonces hay que decirlo ya mismo, el presente libro contribuirá a cambiar: la de que era un simple ejecutor de resoluciones que tomaba otro, un hombre carente de iniciativa y sin significación concreta, poco más que un leal ejecutor de la voluntad de otro. Por suerte hay otro rasgo de su personalidad que le transforma en bastante más alcanzable de lo que podría pensarse en un comienzo. Pemán escribió de Franco que de él no se podía saber lo que pensaba sino más bien con lo que se le escapaba (que, a propósito, no acostumbraba a ser mucho). Carrero respondía a otro tipo humano muy diferente. Prudente, era asimismo un hombre de despacho, en lo más mínimo un hombre de alegato y aún menos ese género de político maquinador y maniobrero que tan usual ha sido en la vida pública de España. Para el historiador eso tiene una gran ventaja, por la fácil razón de que, durante su vida, fue dejando el indicio de sus creencias, sus consejos a Franco y sus programas políticos por escrito, en unos textos elaborados de forma escrupulosamente medida. Como tantos otros personajes políticos del inmediato pasado, Carrero Blanco ha sido objeto de interpretaciones inteligentes de algún historiador o bien de quienes convivieron con él en la labor política. Mas ha habido asimismo una literatura magnificadora de menudencias, inventora de detalles inverosímiles o bien sencillamente superficial que más bien ha desorientado que contribuido a situar mejor al personaje y, por consiguiente, facilitar el mejor conocimiento de una temporada. Faltaba, puesto que, una biografía política de Luis Carrero Blanco como la que acá se intenta: un libro que una parte de fuentes originales y que debe tomar en consideración asimismo la totalidad de la bibliografía existente para concretar, de una manera comprensiva, el papel que tuvo un personaje en la vida pública de su tiempo