Correr es vivir al máximo de power – Cristina Mitre Este no es un libro de running, si bien correr sea la disculpa para descubrir muchas otras cosas. No voy a hablarte de qué es un fartlek, ni explicarte qué son las conocidas series. Lo que deseo es contarte una historia: de qué forma el fácil ademán de correr, el de poner un pie delante del otro, que afirmaría Kathrine Switzer (genuina vanguardista en este terreno), te puede mudar la vida. ¿Qué tiene correr que tanto engancha? No pueden ser solo esas hormonas llamadas endorfinas o bien el propósito de deshacernos de dos kilogramos. Debe haber algo más. En los últimos un par de años, no he parado de viajar con las Mujeres que corren (www.mujeresquecorren.com) y mi proyecto Run and the City, de Bilbao a Londres, pasando por la Agencia Espacial Europea en Holanda (sí, muy ido), para animar a las mujeres a mudar de vida a través del running. He recibido cientos y cientos de correos electrónicos, he escuchado innumerables testimonios y también historias de mujeres a las que este deporte cogió por sorpresa y he comprobado que no importa el país, la cultura, la lengua y, la mayor parte de las veces, tampoco el sexo, por el hecho de que correr habla un lenguaje universal: el del corazón y el de las emociones. De ahí que engancha. Pese a que sea duro, cueste y se padezca (en ocasiones una brutalidad), somos millones los que día tras día nos calzamos las zapatillas. Si bien esta pasión es en ocasiones un tanto desaforada, asimismo existen muchas ocasiones en las que toca inventarse las ganas para salir a correr, incluso a sabiendas de que jamás defrauda. ¿Por qué razón?: prosigue leyendo. No seas impaciente… Recuerdo que en el instituto debíamos hacer la ficha del libro que habíamos leído, especificando autor, número de quién era el protagonista, los oponentes y debíamos, además de esto, hacer un pequeño resumen. Puesto que si ahora tuviera que rellenar una de aquellas fichas bibliográficas con cuadrícula afirmaría que, en síntesis, este libro invita a no tener temor, a hacer en frente de las contrariedades del día tras día (sin que te falte el aire), a ir poquito a poco quemando etapas, a aprender a gozar de lo rutinario y a aceptar que las cosas no siempre y en todo momento salen como un planea (¡y no pasa nada!). Habla de de qué manera, en el camino, uno aprende a respetar su cuerpo y de de qué manera el running es una convidación a ir un tanto alén de nuestras restricciones. Asimismo de de qué forma muy frecuentemente se llora de dicha, que eso que llaman fuerza de voluntad asimismo se muscula y que no hay mejor adiestramiento para el ánima que practicar la bondad y ser agradecido. Afirmaría, además de esto, que la protagonista es una mujer que semeja ir siempre y en toda circunstancia en mallas de colores y que en vez de zapatillas afirma tener alas (eso es extraño, extraño) y, si bien asevera no saber orientarse, semeja que por propia voluntad, y no por culpa del GPS que siempre y en todo momento la lía, evita las autopistas de peaje y prefiere las carreteras secundarias, las que están infestadas de curvas y repechos, pues considera que la vida está para vivirla al máximo de power… Y concluye que todo esto lo ha aprendido corriendo