Derecho penal y el estado de derecho Enrique Bacigalupo es un jurista tan reconocido, de esta manera en este país como en el extranjero, que apenas requiere presentación. Unas pocas líneas van a bastar, por ende, para trazar un perfil destinado, sobre todo, a los lectores más jóvenes. Nacido en la ciudad de Buenos Aires, en mil novecientos treinta y ocho, hizo sus estudios en la Universidad de esa urbe, en la Capacitad de Derecho, en la que funcionaba el Instituto de Derecho Penal y Criminología, dirigido por Luis Jiménez de Asúa, de quien Bacigalupo fue acólito y amigo desde mil novecientos cincuenta y nueve hasta la muerte del maestro de España, ocurrida a fines de mil novecientos setenta. Después, desde mil novecientos sesenta y ocho, Bacigalupo trabajó en Alemania bajo la dirección de Hans Welzel, en Bonn, y, también, se relacionó con Armin Kaufmann. Estas influencias contrastantes lo dotarían de una capacitación filosófica y jurídica tan sólida como original y flexible, que le dejó abrirse a perspectivas nuevas y enriquecedoras en el cultivo de las disciplinas penales. En mil novecientos setenta y cuatro, las circunstancias políticas de Argentina provocaron el exilio de Enrique, quien, después de continuar 4 años en Alemania, acogido por la Universidad de Bonn, desde mil novecientos setenta y ocho se residió en España, en donde ha desarrollado una triunfante y fecunda carrera académica y judicial. De esta forma, en mil novecientos setenta y ocho se incorporó a la Üniversidad Complutense de Madrid; en mil novecientos ochenta y cuatro fue nombrado Letrado del Tribunal Constitucional español; en mil novecientos ochenta y seis consiguió, unánimemente, la cátedra de Derecho Penal, y en se lo designó Juez de la Sala Segunda (Penal) del Tribunal Supremo. Por último, entre mil novecientos ochenta y nueve y dos mil, formó parte, juntamente con Klaus Tiedemann, Mirelle DelmasMarty y Giovanni Grasso, del conjunto de juristas llamados en carácter personal por la Comisión de la UE, para realizar estudios jurídicocomparativos que acabaron en el primer proyecto de Código Penal europeo (Corpus Iuris para la Protección de los intereses financieros de la UE). Bacigalupo ha enriquecido la literatura especializada con veinta libros que acá resultaría fatigoso contar, de los que solo mentaré, de entre las generales, los “Lincamientos de la teoría del delito”, que ha conocido ya 3 ediciones, el Manual de Derecho Penal (Bogotá, mil novecientos ochenta y cuatro) y los Principios del Derecho Penal, cuya quinta edición data de mil novecientos noventa y ocho. En lo que se refiere a las obras de carácter monográfico, cabe rememorar Tipo y Fallo, de la que existen 2 ediciones (mil novecientos setenta y tres y mil novecientos noventa y ocho), Derecho y Punibilidad, cuya segunda edición es de mil novecientos noventa y nueve, y Principios constitucionales del Derecho Penal, publicada en la ciudad de Buenos Aires ese año. Mas, además de esto, el creador ha contribuido al desarrollo de las disciplinas penales con una infinidad de artículos, desperdigados en gacetas y obras colectivas españolas, argentinas, alemanas, italianas, norteamericanas y también iberoamericanas. Todo ello configura un cuerpo doctrinario muy valioso, que con razón le ha conquistado un sitial de preeminencia entre los juristas contemporáneos, en reconocimiento de lo que sus colegas de Iberoamérica lo honraron publicando un Libro Homenaje con motivo de su sexagésimo quinto aniversario, editado en la ciudad de Lima, Perú, en dos mil tres, con el auspicio del Instituto Sudamericano de las Naciones Unidas para la Prevención del Delito y Tratamiento del Criminal