Asolagación. Prólogo al Cataclismo Christie Golden Thrall, el sabio chamán y jefe de guerra de la Horda, ha percibido que se ha producido un perturbador cambio en el mundo… Hace bastante tiempo, los destructores elementales de Azeroth devastaron este planeta hasta el momento en que los benevolentes colosos los aprisionaron en el Plano Elemental. No obstante, pese a la intervención de los gigantes, muchos de estos elementales consiguieron volver a Azeroth tiempo después. Durante los siglos, los chamanes como Thrall han estado en comunión con esos espíritus, con suma paciencia y dedicación, han aprendido a calmar las llamas de esos avernos asoladores, y llevar la lluvia a tierras asoladas por el sol como a supervisar y atenuar la malvada repercusión de los elementales sobre el planeta de Azeroth. Mas, ahora, Thrall ha descubierto que los elementales ya no responden a las invocaciones de los chamanes. El vínculo que compartían con esos espíritus se ha desgastado y quebrado, descubrir qué inquieta a los desconcertados elementos, asimismo debe enfrentarse al precario futuro que espera a su pueblo, puesto que cada vez cuentan con menos alimentos y suministros de toda clase, mientras que aumentan, día tras día, los inconvenientes con su vecinos, con los elfos de la noche. Mientras tanto, el rey Varian Wrynn de Ventormenta medita emprender acciones violentas para poner punto y final a la creciente tensión entre la Coalición y la Horda, una solución muy violenta que amenaza con separarlo de aquellos a los que más estima, aun de su hijo, Anduin. El titubeante joven príncipe busca su camino en la vida, mas al hacerlo, se expone a terminar enmarañado en la confusión de inestabilidad a nivel político que está empujando al planeta al filo del abismo. El destino de las razas más esenciales de Azeroth se encuentra envuelto en la bruma de inseguridad, el errante comportamiento de los espíritus elementales, pese a ser un serio problema, quizás solo sea la primera siniestra señal de advertencia del cataclismo que está por venir