Días sin apetito es la primera novela de Delphine de Vigan, publicada en dos mil uno bajo pseudónimo. En esta corta mas perturbadora historia, De Vigan recorre al lado de Laure, una muchacha de diecinueve años, el camino de retorno de la anorexia. La habilidad literaria de la autora le deja contar las sensaciones de la protagonista desde un sitio muy profundo sin utilizar la primera persona y sin caer en golpes bajos. Laure cae en la cuenta de que su ser y su cuerpo han perdido conexión cuando el frío la domina. Ese frío que antecede a la muerte, que le afirma que su cuerpo ya no está. Entonces accede a internarse acompañada por un médico que comprende todas de sus sensaciones. Internada en un centro de salud, Laure va a deber recorrer el laberinto de vuelta de una enfermedad con un elevado nivel de estigmatización social, deberá trabajar duro para poner en funcionamiento un cuerpo que literalmente se "olvidó" de marchar en base al comestible mas, primordialmente, deberá reconstruir su voluntad para vivir, que es lo más dañado de su ser. En el planeta hospitalario, que pronto se transformará en su planeta, va a conocer personajes entrañables, establecerá nudos con otros pacientes y asistirá a los logros y a los estruendosos descalabros de sus compañeros. Mientras que se reconstruye, Laure piensa en su vida, en sus relaciones familiares y en las circunstancias que la llevaron a ese estado entre la vida y la muerte. Comprenderá que lejos de ser libre del comestible como creía, entró sin caer en la cuenta en una horrible jaula de obscuridad. Y se elaborará preguntas que solo va a poder responderse animándose a dar los pasos para salir de esa jaula. El relato es soportable, duro y también sorprendente mas al unísono lumínico, por el hecho de que enseña cuántas veces es capaz de recobrarse un humano incluso cuando el daño semeja irreversible, tanto física como psíquicamente. Y por sobre todo, que el camino de retorno jamás es lineal