"Tiró fuerte de mi pelo y me puso de rodillas. Con el pecho pegado a mi espalda se movió cara adentro y cara los costados. Sos el mejor polvo de mi vida me afirmó al oído. Por adelante, por atrás, por dónde sea. El mejor, te lo juro. No te creo. Lo sos. Y me chifla que seas tan caliente aseveró enlenteciendo sus movimientos. Que no te boicotees el placer, que te guste hasta lo que te duele, que te dejes llevar... Iván... me afirmó... lo mismo... restituí entre jadeos. Santiago me mordió el cuello. Él y pensamos igual respecto a vos murmuró. Es un privilegio poder tenerte. Somos 2 hijos puta con suerte". Debo confesar que no tengo por nombre Verónica L. Sauer. Si de esta forma fuera, si ese fuera mi nombre real, tal vez no me atrevería a contarles lo que les contaré. Y si no estuviese a miles y miles de quilómetros del lugar donde empezó todo, es posible que tampoco. Ustedes ya saben que las 2 primeras historias de la serie, "Séptimo cielo" y "El quinto averno", llegaron a mí por medio de Ana. Lo que no saben es de qué manera llegó Ana a mi vida y todo cuanto llevó consigo aparte de su amistad: el despertar de mi vocación, un proyecto interesante, un hombre increíble. O bien mejor dicho 2. Novelar su historia fue parcialmente simple, mas hacer lo mismo con la mía seguro no lo va a ser. Para poder conseguirlo, deberé aceptar que lo que descubrí al cruzar la línea, me agradó demasiado. ¿De qué manera no fallecer de añoranza al rememorar esa pasión tan prohibida? ¿De qué manera enfrentar la realidad después de ese paréntesis de insensatez al lado de Iván y Santiago? ¿De qué forma olvidar la experiencia más agradable de mi vida? Espero que New York me ofrezca las contestaciones que necesito, y asimismo la adrenalina que busco. Y si no es de esta forma, volveré. Los invito a adentrarse en mi verdad para decirme si valió la pena jugarse entera y apostar a "doble o bien nada"