Roma, principios del siglo XVII. La Ciencia moderna se discute por nacer en un permanente enfrentamiento con la Iglesia y su Inquisición, deSeosas de detener aquella revolución irrefrenable. Persecuciones, procesos y condenas en ocasiones a muerte esperan a quienes se esmeran en estudiar el cosmos y la naturaleza, atreviéndose a poner en duda las leyes divinas. El palacio del príncipe Federico Cesi acoge las asambleas furtivas de la Academia de los Lincei, frecuentadas por el astrónomo Galileo Galilei, que examina el cielo con su satánico telescopio, o bien el médico alemán Johann Schreck "Terrentius", que realiza en secreto necropsias para profundidzar en los secretos del cuerpo humano, conforme las enseñanzas del profesor Vesalio: "Palpad, sentid con vuestras manos, y confiad en ellas". En el curso de una estas necropsias, escapa de una emboscada, y hasta el propio Galileo se va a ver obligado a cobijarse en la campiña de la Toscana. Van a tener entonces noticias de un país lejano, China, donde el poder está exactamente a cargo de los sabios. Y la resolución de Terrentius de viajar hasta allá ni tan siquiera se va a ver frenada por la necesidad de integrarse en una misión de los jesuitas, únicos occidentales que han entrado en aquel recóndito país. Terrentius toma los votos y se embarca equipado con sus instrumentos quirúrgicos, un enorme herbolario y muchos libros. Y Galileo, que envidia su valiente resolución, promete mandarle los nuevos descubrimientos, a fin de que pueda mostrárselos al emperador. Entre tempestades y epidemias, la expedición pone con rumbo a China. Mas lo que turba a Terrentius no son los riesgos del viaje, sino más bien la sospecha de que entre sus compañeros jesuitas está oculto un emisario de la Inquisición, quizá presto a matar con tal de detenerlo..