El blanco invisible Pascal Fauliot Siempre y en toda circunstancia es agradable ver aparecer un nuevo libro que, de una forma indirecta, a través del cuento o bien de la poesía, enseña la genuina sabiduría. La tradición nipona, como todas y cada una de las tradiciones viejas, es exageradamente rica en cuentos y en narraciones de todo género. La aportación de cuentos y prodigios de la tradición budista no deja de ser menos esencial. Pascal Faulliot ha hecho una enorme obra de adaptación al reunir estos cuentos y narraciones de las artes marciales. Hay que ver en los textos que nos presenta solo una agradable y también inteligente forma de dar a conocer sucesos y narraciones en ocasiones genuinos, como es el caso de los recuerdos de Eugen Herrigel sobre el enorme Profesor de arco, Awa, o bien las referentes al creador del Aikidô, el Profesor Ueshiba. Es bastante difícil saber dónde termina la historia y donde empieza el cuento en este planeta sutil y un tanto mágico, real o bien fantástico, de los grandes Maestros. Es obvio que el “último secreto” jamás es realmente transmisible y que, no obstante, aquel que desea puede entender y ser comenzado, o bien “robar” el secreto, tal y como el joven Yang Lu Chan, del siglo XIX, que logró ingresar en la familia del Profesor Chen Chang Hsiang que detentaba el secreto de una manera de combate a mano desnuda, conocido desde ese momento con el nombre de taichi. Yang logró ser empleado como sirviente. Día tras día escondo en una esquina. Un día proseguía las lecciones del Profesor fue sorprendido por el Profesor. Absolutamente nadie había logrado nunca violar el secreto de una enseñanza múltiples veces centenaria. Su vida estaba en juego . Mas el Profesor entendió que Yang actuaba impulsado por el deSeo real de aprender con lo que accedió a enseñarle. Después, transformado en un enorme Profesor, Yang dio a conocer una parte de los secretos de la que es indudablemente la más grande de todas y cada una de las artes marciales. Todos estos cuentos o bien narraciones tienen una enseñanza constante: el espíritu racional, el deSeo de eficiencia caen presos de sus trampas. Latente a la realidad, aparece otra realidad, se manifiesta una eficiencia prácticamente absoluta, y aquel que creía actuar o bien pegar es repentinamente vencido o bien alcanzado de manera profunda. Por servirnos de un ejemplo, esos bellacos que tan mal terminan tras agredir a un Profesor de taichi que apenas se defiende. El Profesor Awa, para ilustrar que lo esencial había sido adquirido, y como es natural la eficiencia, clava una flecha en un blanco que se halla en el fondo de un corredor sin luz. Después lanza una segunda flecha que quiebra a la primera. Del mismo modo, la fuerza diligente de un viejo Profesor vence el ardor vehemente de un joven samurai. Podríamos multiplicar los ejemplos hasta el infinito. Estas historias tienen como meta hacernos entender que el umbral a lograr y la verdad a entender jamás son evidentes, que la auténtica eficiencia es con frecuencia segrega y oculta, aun de forma voluntaria disimulada, en tanto que el colmo del auténtico conocimiento es burlarse de él, fingir que no se sabe nada. Personalmente he conocido a múltiples Maestros verdaderos que en apariencia podían ser confundidos con las personas más frecuentes. Esta viva tradición, particularmente en el planeta del sufismo, se ha transformado en verdad en una característica esencial del sufismo mismo. Se afirma de forma frecuente que un pir, un Profesor, y sobre un Profesor de Maestros, un polo, debe continuar ignoto, aun en ocasiones a sí mismo. La Humanidad está sembrada de seres cuya calidad interior es un campo de fuerza determinante para el bienestar y la protección de la vida. Estos seres, en sí centros espirituales, están ahí para crear alrededor de ellos influencias beneficiosas favoreces para sostener y trasmitir la tradición segrega. Este es un punto estable, un centro que existe en todos y cada ser y que es posible efectuar, en tanto que no requiere nada que no esté en el hombre: una apertura a la sabiduría infinita desde adentro, una apertura mediante la que brota a la luz y florece una sabiduría que como la de estos Maestros fascinantes, hace que los ademanes, los dedos, los bastones, las cosas más insignificantes, se muevan como en la danza del Vacío