Se han casado por poderes, él desde el castillo de Leger, mientras que continuaba en Londres; no se conocen. Ella aguardaba hallar un hombre gentil, educado y culto. Él, una mujer fuerte, capaz de encajar en aquella vieja mansión de piedras ramplonas y gastadas, de estancias oscuras y pasado fúnebre. Ni ni han visto satisfechas sus expectativas: por el hecho de que es rudo, de mal talante, más presto al golpe que a la caricia, y pues es fina y delgada, demasiado educada y... pelirroja. Solo el buscador de novias sabe que aquel hombre y aquella mujer compartirán por fin un amor de historia de leyenda. ÉL ES ANATOLE ST. LEGER Todos y cada uno de los campesinos lo temen, a ciertos aun les inspira terror. Una maldición ha arrastrado a la familia St. Leger por rutas de la vida llenas de barro: la soledad y la tristeza, el doloroso y peligroso don de pronosticar el futuro, la convivencia con lo sobrenatural, la obligación de los varones de casarse no con quien deseen, sino más bien con quien escoja el buscador de novias... Mas, ¿deseará la vida que hombre y mujer tan diferentes rompan el hilo del destino para localizar la paz y el amor? ELLA ES MADELINE ELIZABETH BRETON Procede de la buena sociedad londinense; tiene un apellido de calidad, el cuerpo fino y los mejores modales, la mujer ideal para casarla con un rico hacendado y conseguir por ella una buena dote. Claro que el castillo de Leger está a 5 días de viaje y afirman los cotilleos que una maldición lo habita... A ella no le importan las habladurías; no le asustan ni almenas ni calabozos, ni los retratos de atroces ancestros. Mas de su esposo, ese Anatole, ¿no son de temer su cabellera negra, esas manos grandes y curtidas como cuero, esas espaldas tan anchas que sería imposible abrazarlas?