¿Quién es el dueño de una carta: el expedidor, o bien el receptor? Tal vez el correo, en su recorrido por lo menos. ¿Quién es el dueño de la herida: el que la causa, o bien el que la sufre? ¿No son caras los 2 de una misma moneda? O bien tal vez el dueño es el sentimiento que les clava su dardo. Quien ama, quien es amado y el amor: ese arquero que los llaga a los dos, ese puente levadizo en que se hallan y se desencuentran... El dueño de la herida es el verdugo y es la víctima; es el idólatra y es su ídolo; mas, sobre todo, aquello que los vincula o bien los encara, sea como sea su nombre. Pues hay amores que no saben el suyo auténtico. Ya hace tiempo que Antonio Gala decidió centrar su escritura literaria en un tema prácticamente exclusivo, el amor. Su poesía y sus narraciones se vuelcan en la exploración de esta experiencia con un tono que apela a una fuerte sentimentalidad. En esa órbita de preocupaciones se anota El dueño de la herida, si bien lo hace con una amplitud de perspectivas que en gran medida posterga el puro registro sensible y hasta el ternurismo no escaso en el creador a un sitio secundario. Es, por consiguiente, El dueño de la herida una obra propia de Antonio Gala, que ofrece lo que sus millares de seguidores aguardan de él, mas asimismo no poco diferente a lo que ha solido hacer. Me semeja advertir en ella un desencanto, un escepticismo, una crueldad, un realismo más inmediato, poco o bien mucho menos literaturizado que en otrassuyas, que le da una interesante novedad. Si esto pasa en el enfoque, algo semejante sucede en el estilo: la tendencia de Gala en su narrativa a la expresión poemática no es usual acá, si bien no falte, y más bien prevalece una prosa directa, con cambios usuales de registro tolerados por la naturaleza del libro. El creador se recrea poco en recursos retóricos frecuentes en él por dar ahora preferencia al contenido de los relatos. Tiene un trasparente propósito de contar historias que alcanzan cierto valor ejemplar en su cómputo general. Conjunto de historias es, de hecho, la obra, encabezado por la idea que da título al volumen: el dueño de la herida es tanto el verdugo como su víctima, conforme se explica en una breve nota preliminar. Ya antes figura una estrofa del Canto de San Juan que declara la soledad de los amantes y se abre con un fragmento de otro libro del propio Gala, La soledad sonora, donde se razona que, venga por donde venga el amor, lo esencial es que cuando llega se quede. Estas claves dan paso a treinta y siete narraciones independientes que forman un muestrario de situaciones sentimentales signadas por el poder de la pasión y abocadas, con significativa reiteración, al descalabro, el desengaño, la soledad, la desesperación, la violencia y hasta el crimen. Tampoco faltan las historias de final feliz, mas son las menos