"Ninguna mujer es culpable de que la amen 2 hombres al unísono." Este es el inicio de una hermosa novela que reúne lo horrible de la guerra con lo fantástico del amor. El odio de 2 hombres que aman a exactamente la misma mujer y a los que la guerra y su ideología han ubicado en bandos diferentes en frente de la delicadez de los sentimientos puros y la admiración por la belleza. Amelia siempre y en toda circunstancia fue una pequeña diferente a el resto. Para sus progenitores, miedosos de Dios y cumplidores de las estrictas reglas sociales, esta diferencia se transformó en un quebradero de cabeza. No obstante, para Martín, sobrino del boticario, y para Alberto, hijo del regidor, Amelia era un ser perfecto, en sus formas y en su carácter. Con el tiempo, se decantó por Martín, el rebelde, ateo y también inconformista. Y Alberto, ya transformado en el temido teniente Recuero, dedicó su vida y su carrera militar a destruír la vida de Martín. La guerra civil se lo puso simple, puesto que estaba en el bando ganador, y Martín, si bien casado con Amelia, no pudo compartir lecho con ella puesto que se vio obligado a vivir oculto en un hueco de la pared, escondo tras una cómoda del dormitorio. El teniente Recuero, aprovechando la supuesta soledad de Amelia, no dejó de seducirla mientras que, a ocultas, ordenaba a sus hombres que la torturasen por si acaso sabía algo de Martín. De los cortejos Amelia consiguió un extraño regalo: un sello de valor inestimable que no podría vender sin la autorización de Alberto. Era su prueba de amor. De las torturas, Amelia consiguió muchos golpes, mucho temor y una hermosa cabeza rasurada al cero. Era su prueba de odio. Mientras que Martín se consumía escondo tras la cómoda, contemplando los cortejos y las torturas. Hasta el momento en que por fi n a Amelia le llegó la hora de su venganza