El fantasma de la conciencia – Ken Wilber«No hay ciencia del ánima sin bases metafísicas ni antídotos espirituales a su predisposición.» Se podría decir que el único propósito de este volumen es sencillamente el de respaldar y documentar esta declaración de Frithjof Schuon, manifestada además de esto elocuentemente por los siddhas, sabios y maestros de todos y cada uno de los tiempos y lugares.En términos generales, nuestra ciencia actual del ánima ha quedado reducida a algo tan intrascendente como la reacción de unas ratas en laberintos de aprendizaje, el complejo individual de Edipo, o bien desarrollo elemental del ego, con cuya reducción no solo ha quedado cegada nuestra visión de las profundidades del ánima, sino ha contribuido a la destrucción de nuestra entendimiento espiritual tradicional y a alinearla en monótona conformidad con la visión unidimensional del hombre.Se ha negado lo de «arriba» y también ignorado lo de «abajo», y se nos ha pedido que nos quedáramos en el centro, paralizados. A la espera quizás de descubrir lo que haría una rata en tal situación o bien, a un nivel sutilmente más profundo, en pos de inspiración en los remanente del ello.Sin embargo, si bien parezca extraño, no tengo nada que objetar en lo que se refiere al estado particular de nuestra ciencia del ánima, sino más bien solo en lo que se refiere a la monopolización del ánima por la parte de dicho estado. La tesis de este volumen es, esencialmente, que la conciencia es pluridimensional, o bien que está supuestamente compuesta por muchos niveles; que cada escuela esencial de sicología, psicoterapia y religión se centra en un nivel distinto; que dichas escuelas, por ende, no son contradictorias sino más bien complementarias, siendo cada enfoque aproximadamente adecuado y válido, aplicado a su nivel.De este modo, se puede realizar una genuina síntesis de los enfoques primordiales de la conciencia; síntesis, y no eclecticismo, que valore por un igual las introspecciones de Freud, Jung, Maslow, May, Beme y otros señalados sicólogos, como las de los grandes sabios espirituales desde Buda hasta Krishnamurti. Esto pone, como Schuon resaltaría, las raíces de la sicología en el fértil terreno de la metafísica, mas sin peijudicar de ningún modo sus ramas. En estasconfío en que el lector encontrará sitio para el ego, el superego y el ello, mas asimismo para la totalidad del organismo, para el transpersonal y, por último, para la conciencia galáctica, fuente y apoyo de todo lo demás