

Tumbada sin la una parte de arriba del biquini en la cubierta de proa, con una copa en la mano, su piel impecable tostándose al sol, estaba la mujer más conocida del planeta
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Tumbada sin la una parte de arriba del biquini en la cubierta de proa, con una copa en la mano, su piel impecable tostándose al sol, estaba la mujer más conocida del planeta. Y una cubierta más abajo, preparando un temtempié de tartar de atún, piña y pepino, estaba el hombre que iba a matarla. Ella es un icono de la familia real británica, amada por su belleza y su tarea humanitaria y detestada por su exmarido y su exsuegra, la reina de Inglaterra. Cuando revienta una bomba a bordo del yate donde pasa sus vacaciones, los servicios de inteligencia británicos recurren a un extranjero, el legendario espía y asesino profesional Gabriel Allon, para continuar la pista del autor material del atentado. La meta de Gabriel es Eamon Quinn, especialista en fabricación de explosivos y sicario al servicio del mejor pujador. Quinn es un hombre esquivo, un habitante de las sombras ("un susurro en una capilla en penumbra, un hilo suelto en el borde de una prenda desechada"), mas afortunadamente Gabriel no parte solo en su prosecución. Cuenta con la ayuda del británico Christopher Keller, un exmilitar de élite transformado en asesino profesional que conoce de primera mano la letal eficiencia de Quinn. El espía inglés transita a la velocidad de la luz entre la lujosa isla de Saint Barthélemy y los distritos bajos de Belfast Oeste, pasando por una casa en los barrancos de Cornualles a la que Gabriel le tiene singular cariño. Y si bien de entrada no se dé cuenta, Allon va tras un viejo enemigo: una siniestra camarilla de hombres poderosos a los que nada les agradaría más que suprimirlo de una vez por siempre. Gabriel va a decidir complacerles: pues, en el momento en que un hombre busca venganza, estar fallecido tiene sus ventajas