Hasta la mañana del quinto día de viaje por el Pacífico, el espíritu de Keith estuvo en calma. Hasta el momento en que Abbott llamó a la puerta de su camarote y le solicitó que saliese a cubierta. La vista que se presentó ante sus ojos le dejó sin habla. Tremiendo, miró cara lo que había en el mar, en el lado de estribor. Aquello le era horriblemente familiar y, por un instante, creyó que se trataba de una alucinación. Entonces se percató de que lo que veía había sido descrito por Lovecraft: la cúspide de una solitaria y cenagosa montaña, surgiendo de la profundidad del océano, sobre la que se elevaba una maciza construcción de albañilería que acompañaba a un monolito formado por enormes bloques de piedras cubiertos por verdoso limo. Aquello era R"lyeh, y era real. Ahora, al fin, Keith creyó, por el hecho de que allá, ante él, estaba la patentiza incontrovertible, la patentiza en una forma más espantosa que la expresada en palabras o bien la imaginada en pesadillas. Al contemplar aquel horror de las profundidades, entendió su poder: el poder de hacerse presente en los sueños de los hombres. Lovecraft lo había visto en la realidad hace bastante tiempo y, a través de sus relatos, trató de advertírnoslo. Robert Bloch es un escritor fecundo, cuyos cuentos cortos y artículos, que exceden el número de cuatrocientos hasta el momento, se han publicado en Playboy, Hitchcok"s Mistery Magazine, Ellery Queen"s Mistery Magazine y otras gacetas. Cuenta en su haber con 9 guiones para el cine, 15 para la TV y múltiples novelas entre aquéllas que se incluyen Psicosis (Psycho) y, últimamente, Psicosis dos. En los principios de su carrera fue protegido por Lovecraft, y en los años cincuenta era el miembro más joven del tan nombrado "Lovecraft Circle". El horror que nos avizora, basada en temas lovecraftianos, es un homenaje al profesor