El Lejano País De Los Estanques Lorenzo Silva Lorenzo Silva andaba cara una carrera literaria sin éxitos relevantes cuando apostó por la novela de género. Con las 3 novelas publicadas hasta el momento de la heterodoxa pareja de guardas civiles formada por el sargento Bevilacqua y la agente Chamorro, medró en éxito. Si la primera logró ventas interesantes y críticas convenientes, la segunda El alquimista impaciente le reportó el premio Nadal y la tercera, La bruma y la doncella, recién aparecida, entró inmediatamente en las listas de éxitos. El lejano país de los estanques abre esta serie y ofrece un buen ejemplo de las razones de su conveniente acogida, aunque la trama policiaca no está a la altura de la próxima entrega. Es una novela interesante por su dibujo de personajes, que además de esto dan la pretensión de ir medrando con el paso de las es simple imaginar que Silva no tenía la pretensión de transformar a Bevilacqua y Chamorro en ejes de una serie, mas el desarrollo de los dos personajes particularmente del reflexivo sargento se hace obvio para el lector durante la novela. En un inicio, cabe inferir que El lejano país de los estanques es una novela policiaca solo en la forma; el fondo es una reflexión sutil sobre la fugacidad de la juventud, desde el retrato de la vida en una zona de veraneo mallorquina. En ella aparece el cadáver de la austriaca Eva Heydrich, una joven de veinticinco años que, sin decir una sola palabra en toda la novela, causa en ella exactamente la misma convulsión que su llegada provocó en la cala tirotear. Heydrich fue un torbellino, una de esas personas de carisma ininteligible, más allí aun de su incuestionable belleza, que provocó una tormenta de pasiones acabada con su muerte. La primordial sospechosa de la muerte de Eva es la madura mujer en cuya casa vivía, Regina, una suiza vieja ginecóloga con la que sostenía relaciones íntimas. No obstante, la manera en que se generó el crimen no es clara, y la guarda civil de Baleares recurre a un estudioso especialista como Bevilacqua para anudar cabos. Junto a él, formando equipo, viaja Chamorro, una inexperta agente elegida por su aire hombruno para poder introducirse en los entornos lesbianos de la isla. Prontísimo Bevilacqua empezará, a golpes de pura observación, a comprobar lo que el brigada del cuartelillo local, Perelló, había observado por sí mismo: la suiza Regina no pudo cometer el crimen, por lo menos no sin ayuda. El deSeo de los mandos de solucionar inmediatamente el caso choca con las deducciones de los estudiosos, que empiezan a conocer de incógnito a las personas de las que se rodeó Eva en su estancia en la isla. La novela es de lectura completamente fluida, y está escrita con auténtico buen gusto; Silva contrapuntea la crueldad de los hechos contados con las reflexiones de Bevilacqua, un hombre bragado y con una fina capacidad de análisis, que es capaz de extraer reflexiones genéricas, escritas a veces con un fino casticismo, desde los hechos a los que se marcha encarando. El retrato de personajes es necesario, y aunque la resolución de la trama policiaca en sí resulta un tanto fría, el creador es capaz de incorporar codas que anudan cabos sueltos alén del delincuente y dejan abierto el hambre por las consecutivas novelas de la serie. Un libro, indudablemente, entre los más interesantes de la narrativa de España moderna