El diez de junio de mil novecientos cuarenta y dos comenzó un misterio que planearía sobre el la capital de España literario de la posguerra hasta nuestros días: esa tarde, en el París ocupado, la Gestapo detuvo a César GonzálezRuano (diecinueve millones treinta y mil novecientos sesenta y cinco), cronista de España y aspirante a marqués. ¿Por qué razón lo encerró en la prisión militar de ChercheMidi a lo largo de 78 días? ¿Por qué razón interrogó, con simulación de fusilamiento, a un hombre que desde mil novecientos treinta y tres había cantado las excelencias de la esvástica? "No fue por hurtar relojes, claro está", escribió Ruano en sus memorias, donde deambula como un zorro por la verdad sin hincarle jamás el diente. "La verdad, la verdad pura, apenas sirve para nada", anotaría en su diario íntimo. ¿De qué lo acusaron los nazis? ¿Por qué razón jamás lo confesó? ¿Quizás por el hecho de que la verdad "apenas sirve para nada"? Ruano había llegado a París un par de años ya antes, alcoholizado, y por vez primera en su vida dejó de redactar y trabajar. ¿De dónde sacaba el dinero para tanto viaje y tanto champán? Cruzó como un zorrillo del Siglo de Oro la Europa más obscura del siglo veinte, y lo más inquietante no es lo que hizo, sino más bien la cantidad de gente que hizo lo mismo que . Españoles turbios en el París ocupado, de derechas y también izquierdas, ciudadanos de un régimen amigo de Berlín en la antesala de Auschwitz. Muchos son los cronistas, versistas y editores que han apuntado la enorme sospecha: en la ciudad de París, Ruano se habría lucrado engañando y robando a judíos agobiados. Se rumoreaba en El Puesto de Sitges, donde se ocultó huyendo de la Resistencia francesa. Se lo comentaban unos a otros entre las tazas del Café Gijón. Hubo quien lo relacionó con otra sospecha aún más negra: la matanza y expolio de judíos que escapaban por Andorra. Mas no había una sola prueba. Y Ruano, con sus medios silencios, disfrutaba en secreto de su intrigante historia de leyenda. "París en plena ocupación era más ameno que trágico", recordaba. ¿Qué hizo él en ese París tan "entretenido"?