El ministerio médico Elena G. de White De qué forma conservar y prosperar la salud, y de qué manera prevenir y tratar la enfermedad son inconvenientes verdaderamente vitales en el planeta médico moderno. Jamás ya antes en la historia de la familia humana estos temas esenciales habían recibido el estudio serio, intenso y científico, ni la extensa publicidad que se les da hoy en día. La ciencia médica ha hecho un progreso fantástico en sus ramificaciones a lo largo de la última mitad del siglo. La enumeración y la explicación de los descubrimientos, el desarrollo y los logros alcanzados en este amplio ramo del interés y el bienestar humanos, requerirían múltiples tomos. El conocimiento que se ha logrado en el estudio pormenorizado de estos temas esenciales se ha ofrecido al público en volúmenes enormemente científicos y técnicos, como asimismo en forma de divulgación en libros, gacetas, periódicos y conferencias. Esta obra, titulada El ministerio médico, es una valiosa contri¬bución más a las necesidades del planeta en la esfera del bienestar físico, mental y espiritual. Es única en sus alcances. Identifica y aconseja lo realmente científico en las causas y el tratamiento de las enfermedades. Pone un fuerte énfasis en la atención cuida¬dosa de todo cuanto debe ver con la prevención de las enfermedades. Y todavía más, la autora reconoce que el pecado, la vulneración de la ley divina, es la causa primaria de la enfermedad, el sufrimiento y la muerte. Pues la autora mantiene que la vulneración de la ley ética induce al desobedezco de las leyes físicas y mentales, da gran impor [ii] tancia a la obediencia de la ley ética como una condición funda¬mentalmente precisa para la salud perfecta. Y la obediencia a la ley ética, se recuerda, se puede rendir únicamente a través de la aceptación de Cristo el Salvador del hombre arruinado por la vulneración, y la unión con él. De acá que se asevera que el antídoto idóneo para las enfermedades de la raza caída es la combinación, la consideración y la observancia de las leyes espirituales, mentales y físicas de nuestro ser. Es la vastedad del campo de instrucción que se expone en EI ministerio médico, lo que aconseja tan enormemente esta obra al público. Esta instrucción no es técnica; la puede comprender la persona común. Los requerimientos expuestos para la dicha y la salud espiritual, mental y física, son tan racionales que se pueden cumplir de manera fácil. Lo relativo a la prevención de la enfermedad es de valor incalculable, puesto que, como lo afirma el viejo adagio, una onza de prevención vale más que una libra de sanación. La señora Elena G. de White, la autora, dedicó prácticamente setenta años de su vida aplicada y activa, al ministerio del evangelio. En su ju¬ventud fue una inválida. En sus primeros años de vida marital luchó contra un corazón enclenque, con el cáncer y con otras indisposicio¬nes. A la edad de 36 años ensayó un enorme despertar referente a la temperancia y su relación con la salud, a la eficacia física y mental como asimismo a la vida cristiana. El riguroso apego al conocimiento conseguido en lo que se refiere a las leyes de la psique y del cuerpo le trajeron gran alivio y restauración, y desde aquel tiempo hasta el fin de sus duras tareas, un periodo de prácticamente cincuenta años, fue una exponente de los principios de la salud y la temperancia. En mil ochocientos sesenta y cinco la señora Elena G. de White hizo una apelación a la Iglesia Adventista del Séptimo Día, de la que era miembro, a fin de que se estableciese una corporación médica en la que se diese a los [iii] enfermos un tratamiento racional y sin drogas para sus enfermeda¬des, y asimismo se les proveyese instrucción referente a las leyes de la salud. En contestación, tal corporación se estableció en Battle Creek, Míchigan. Esta empresa tuvo enorme éxito. La corporación medró en forma excepcional y por prácticamente medio siglo ha sido famosa extensa y propiciamente como el Sanatorio de Battle Creek. Mediante los años siguientes se han establecido muchos sanatorios afines en diferentes unas partes de U.S.A. y en otros muchos países del planeta. Los fideicomisarios del Patrimonio de la señora White, habiendo encontrado en sus cartas y ficheros de los manuscritos muchos documentos hasta acá no publicados que poseen instrucción valiosa para médicos, enfermeros, administradores de sanatorios, auxiliares, evangelistas y obreros evangélicos, piensan que este valioso consejo debe llegar hasta el público. Nuestra franca esperanza es que este libro pueda transformarse en una enorme bendición para sus lectores, y por medio de ellos, para la enorme cantidad de personas a quienes puedan servir. A. G. Daniells