El modelo de la diversidad – Agustina Palacios En España, como en otros numerosos países, a lo largo del pasado siglo se han dado un conjunto de circunstancias que hacen que su estructura social tenga poco que ver con la existente a inicios del siglo veinte. En el caso de España, se ha pasado de un Estado confesional a un Estado no confesional. La aprobación de la ley del divorcio ha cambiado la estructura de la familia. La emancipación de la mujer y su acceso al voto han transformado la realidad laboral y social del país. La aprobación del derecho al matrimonio de las parejas homosexuales ha abierto las puertas a nuevos géneros de estructura familiar. La vida media o bien esperanza de vida al nacer pasó de treinta y tres con nueve y treinta y cinco con siete años en mil novecientos para hombres y mujeres, respectivamente, a setenta y seis con seis y ochenta y tres con cuatro en dos mil dos. Se calcula que la población inmigrante en España ha pasado del 1 por ciento en mil novecientos noventa y nueve al ocho por ciento en dos mil cinco. Con la nueva regularización del año vigente en España, se ha alcanzado ya el diez por ciento , y urbes como la capital española superan el quince por ciento . Su integración en Europa ha contribuido a quitar las fronteras y ha abierto nuevos espacios legislativos, económicos y sociales. Muchos de estos cambios vienen derivados de la progresiva apertura de las «capas de cebolla» de la discriminación. En el mundo entero Occidental se empezaron con singular intensidad a lo largo del pasado siglo, la lucha por los derechos y contra la discriminación de las mujeres, las personas con diferencias de raza, con diferencias de religión, con diferencias de orientación sexual, con diferencias de cultura, y las personas con cuerpos o bien órganos que marchan de forma diferente a la habitual: los hombres y mujeres con diversidad funcional. Estas luchas han ido alcanzando poco a poco a este país y han tenido mucho que ver con el cambio social que ha tenido como efecto la realidad social de España actual. De todas y cada una estas reivindicaciones de derechos y luchas contra la discriminación, hay una que se muestra atípica, diferente. La visión social de las mujeres y hombres con diversidad funcional y la realidad eficaz de sus derechos, influida por un fuerte peso histórico y hombres sin diversidad funcional y de los teóricos derechos concedidos a todos y cada uno de los ciudadanos en los textos legales. La sociedad prosigue sin tener contestaciones eficaces para la aceptación de la diferencia de los miembros que forman este colectivo, pese a que poco a poco se marcha dando cuenta de que esta diferencia es inherente a la propia existencia del humano y de que, con el envejecimiento de sus ciudadanos, debe encarar de forma masiva la realidad de la diversidad funcional. A las mujeres y hombres con cuerpos o bien órganos que marchan de forma diferente a la frecuente se les prosigue clasificando como héroes o bien parias sin terminar de admitirlas absolutamente como individuos diferentes a la mayor parte estadística de la sociedad, a la par que ciudadanos de pleno derecho. Este documento efectúa un conciso recorrido histórico del trato recibido por las mujeres y hombres que han sido discriminadas por su diversidad funcional y un diagnóstico de la realidad que vive en nuestra sociedad actual este colectivo, poniendo de relieve las incongruencias que se pueden advertir a simple vista en el tratamiento que la sociedad da a este conjunto de personas