Gustav Meyrink (dieciocho millones seiscientos ochenta y mil novecientos treinta y dos) entró en el planeta literario forzado por unas circunstancias desfavorables que dieron un vuelco radical a su vida. Joven dueño de un banco de Praga, provocador de escándalos, duelista, estudioso del ocultismo, fue víctima de una confabulación que estuvo a puntito de costarle la libertad y la salud siendo acusado de desfalco. Por suerte se declaró su inocencia, y poco después debió hacer pública su ruina. La literatura se transformó entonces en su cobijo y en un precario medio de vida. En su obra, Meyrink vertió no solo sus profundos conocimientos de ocultismo, alquimia, espiritismo y de las más variadas corrientes esotéricas, sino más bien asimismo una aguda pretensión crítica y satírica, fruto de los roces con la sociedad de su tiempo. El fraile Laskaris y otros relatos extraños y esotéricos, reúne una selección de relatos extraídos de sus compilaciones originales Historias de alquimistas y Murceguillos, que participan de los temas de sus grandes novelas (El golem, El Ángel de la Ventana de Occidente, El dominico blanco). Todos son pequeñas piezas maestras (entre aquéllas que resaltan El ópalo y El cardenal Napellus) que reflejan las especiales obsesiones del autor: la alquimia, la busca de la piedra filosofal, la inmortalidad del hombre... fruto de su tenaz estudio de la literatura especializada y los textos de personajes históricos como Roger Bacon o bien John Dee. Como afirmó Max Brod: "los relatos de Meyrink ejemplarizan el nonplusultra de todo escrito moderno. Su espléndido colorido, su escalofríante y extraña creatividad, su agresividad, su concisión de estilo, su apabullante originalidad de ideas, tan evidente en todos y cada sentencia y oración que semeja que en ellas no hubiese nada gratis"