Una de las más amenas sátiras de los científicos modernos, sus demandas académicas y su visión reductora mas enérgica de la realidad, es asimismo de las mejores novelas de aventuras que ha permitido este siglo. Novela en que se crea al maestro Challenger y que figura entre las historias mejor contadas de este narrador fuera de serie. El razonamiento nos semeja el día de hoy manido, a raíz de las innumerables imitaciones que ha soportado [...]; puede resumirse así: el maestro Challenger, viajando por América del Sur, descubre indicios de vida prehistórica en las selvas amazónicas; vuelve a Londres y prepara una expedición para contrastar sus teorías; hallan estos exploradores una meseta inalcanzable en plena jungla, habitada por bestias inmemoriales y razas en los comienzos de la humanidad; tras abundantes riesgos, vuelven a Londres con sorprendentes pruebas de su descubrimiento. Conan Doyle logra contar toda la aventura, ubicando siempre y en toda circunstancia al lector en el punto más conveniente para gozar de ella, con lo que cada escena adquiere una especie de mágica intensidad gozosa: El planeta perdido es una novela que se lee en un estado anímico de forma permanente feliz, propia de una víspera de celebración o bien del alba ensoñada y excitante en que vamos a emprender un viaje anhelado. Es un libro escrito con buen humor, en el que el creador contagia a su público el disfrute que le generó componer cada página. Las figuras de los 2 científicos expedicionarios, Challenger y su contrincante Summerlee, quedan simpáticamente maltratadas. Los dos son obstinados, inútiles de todo goce que no derive de la taxonomía o bien de la prioridad en el descubrimiento, mas con todo, esclavos de una suerte de fanatismo que prácticamente podría confundirse, a veces, con la grandiosidad. (Fernando Savater,La niñez recuperada)