El honor es una cosa que bastantes personas valoran más que la propia vida. Durante la historia no han faltado individuos que se han enzarzado en duelos a muerte por cuestiones de honor. No pocas naciones entraron en guerra con otras, o bien aniquilaron ámbitos enteros de su población para aparentemente resguardar el honor patrio o bien el de una raza. El homicidio de reputaciones del que habla este libro no es equivalente al que pueda desarrollar un partido de oposición contra el gobierno o bien un conjunto de usuarios insatisfechos contra un restorán. No hablamos de difamaciones personales o bien críticas institucionales. Nos referimos a una forma organizada de terrorismo estatal orientado cara la deliberada y completa destrucción de la verosimilitud de una persona, conjunto o bien corporación. El otro paredón examina este tema a la luz de la experiencia cubana a lo largo de las últimas 5 décadas a través de múltiples ejemplos: el político Carlos Márquez Sterling, el empresario Amadeo Barletta, el Centro de Estudios de América y el cronista Carlos Alberto Montaner. Rafael Rojas, señalado intelectual y el historiador de las ideas cubanas más descollante de su generación, centra su análisis en la forma en que el régimen cubano ha desplegado desde temprano un esmero deliberado por edificar una historiografía oficial que contribuya a legitimarlo. Uva de Aragón, reconocida escritora del exilio histórico cubano, para quien la ausencia de odios y la prédica por la reconciliación ha sido una incesante, examina el modo perfecto en que la clase política pre revolucionaria fue demonizada, aun ya antes de mil novecientos cincuenta y nueve, y el modo perfecto arbitrario en que sus reputaciones, incluyendo la de su padre, el doctor Carlos Márquez Sterling, quien encabezara venerablemente y con gran equidad la Reunión Constituyente en mil novecientos cuarenta. Juan Antonio Blanco usa como eje central de su trabajo al empresario Amadeo Barletta y muestra el modo perfecto en que el gobierno cubano asimismo se ha valido del asesinato de reputaciones, primero para decomisar arbitrariamente los recursos de este empresario, y después para distraer la atención de la opinión pública nacional y también internacional cuando las estructuras militares cubanas se vieron envueltas en un escándalo por operaciones de narcotráfico en mil novecientos ochenta y nueve. Otros 2 autores, Ana Julia Faya y Carlos Alberto Montaner, exponen el modo perfecto en que incluso partiendo de perspectivas opuestas (marxista y anticomunista), los dos han sido acosados por esta modalidad de terrorismo de estado que es el homicidio de reputaciones. El tiempo de los asesinos de reputaciones viene llegando a su fin, pese a prejuicios y concepciones que predominan sembrados en la sociedad cubana. Lo verdaderamente nuevo y esperanzador en Cuba no es el gobierno y sus giros políticos, sino más bien el cambio que se viene operando en las actitudes de las personas. Los jóvenes ya no admiten a pie juntillas las versiones de la historiografía oficial sobre personas y hechos. Desean pesquisar la verdad de lo ocurrido en todas y cada una estas décadas. La gente incluidos componentes y funcionarios va perdiendo el temor a charlar. Y va a haber mucho de qué charlar y entender. Para los historiadores no se trata solo de hacer empleo de una metodología estricta y también ecuánime para determinar el modo perfecto en que verdaderamente actuó cada persona. Asimismo se les demanda la contextualización de los hechos para poder lograr una mejor entendimiento de por qué razón cada quien se alineó del modo en que lo hizo a lo largo de este prolongado enfrentamiento. La futura reconciliación entre cubanos demanda ese comprensión contextualizado de percepciones y actuaciones pasadas