Publicada por vez primera en mil novecientos cincuenta y cinco, se trata de la obra de referencia para comprender el origen y significado de tales y refranes que son parte de nuestro lenguaje rutinario."Trasero de mal asiento", "Quien se marcha a Sevilla pierde su silla", "Tener guardadas las espaldas", "A palo seco", "Vete a la mierda"... Cabe preguntarse no solo qué es lo que significan, sino más bien de dónde proceden y cuál es el empleo adecuado que debemos darle. Este libro nos dejará revisar nuestro acervo cultural mientras que gozamos de las anécdotas históricas a las que cada uno de ellos nos remite. Trasero de mal asiento: Dícese de los inconstantes, de los que no se sostienen a un trabajo o bien oficio por un buen tiempo, de los que van de acá para allá, sin asentarse en parte alguna. La expresión menciona, no al trasero del hombre, sino más bien al trasero de las vasijas, que cuando no es plano, hace que aquellas bailen.De jalón en hito: Mirar de jalón en jalón equivale a fijar la vista en algún objeto sin distraerla a otra parte. .... Jalón o bien fito es el mojón o bien poste de piedra que apunta los lindantes y ada a conocer la dirección de los caminos. Mirar de jalón en jalón, esto es, de mojón en mojón, es oración que indica la atención del que anda por sitio ignoto, valiéndose de estas señales para no perderse.¡Vete al infierno! ... Esta tradicional expresión, que muchos creen nacida y cultivada en la capital española, mas cuyo empleo se extiende el día de hoy a toda España, procede de la expresión militar de castigo "¡Vaya usarced a la porra, Seor soldado!", y tiene su origen en el gigante bastón que llevaba el tambor mayor de los viejos regimientos. Este bastón, muy labrado y rematado por un enorme puño de plata, era conocido con el nombre de porra. El tal bastón, clavado en cualquier sitio del vivac, acantonamiento o bien campamento, marcaba el lugar donde debían asistir los soldados a lo largo del reposo para padecer el arresto impuesto por faltas leves que hubieran cometido. La fórmula ¡Vaya a la porra! era adecuada y frecuente, si bien ahora nos parezca dura y jocosa. El oficial, al imponer el arresto a un soldado, se expresaba en semejantes términos