El teatro en Murcia bajo el reinado de los primeros borbones (diecisiete millones mil ochocientos siete) Yerro grave fue en la educación de España el aislamiento, que acabó yendo alén de lo solo administrativo, de la docencia profesionalizadora y su pertinente investigación, si bien fuera en un inicio poca y extraña a los cánones mayoritarios del arte trágico, la danza y la música. Apartando además de esto entre ellos sus centros1, claustros y alumnados, en Efectuada por el Decreto de catorce de marzo de mil novecientos cincuenta y dos, que efectuó la división del hasta ese momento modelo actual de “conservatorio de música y declamación”, reservándose desde entonces las enseñanzas de música para los Conservatorios, al tiempo que las enseñanzas de declamación —que incluían tanto lo pertinente al teatro como al baile (danza) fueron atribuidas a las Escuelas de Arte Trágico. Lo que no se hizo inmediatamente, tardándose en ciertos lugares décadas en hacer eficaz esta separación. No sería hasta el progresivo desarrollo de la Ley orgánica 1/1990 de tres de octubre, de Ordenación General del Sistema Educativo (la insigne LOGSE) cuando los estudios de danza, estructurados en 3 grados —elemental, medio y superior, por una parte, y el único ciclo de grado superior del arte trágico, por otro, se independizasen y formasen sus centros propios. Con el desarrollo de la próxima regla (la no menos famosa Ley Orgánica de Educación, de dos mil seis) los centros superiores se centraron en ese único nivel la segunda mitad del siglo veinte se procuró frenar de esta forma una hegemonía de la parte pertinente a los pentagramas en esos todavía decimonónicos “conservatorios de música y declamación” donde, a veces, de verdad se había instalado la mayoritaria tiranía de una sección musical que en ocasiones – como afirmó el versista, desdeñando cuanto ignoraba acabará arrinconando todo lo demás. Al cerrarse el convulso novecientos y entrar en este —por ahora tan poco halagador tercer milenio cristiano, semeja que una mezcla de casualidades españolas y “causalidades” europeas van a acabar aproximando en nuestro solar educativo hispano nuevamente lo que jamás debió separarse tanto si bien, eso sí, ahora con la cercanía debida mas garantizada la igualdad y también independencia precisa de estas 3 ramas de las artes (arte trágico, danza y música, en un más justo orden alfabético) que ciertos desearon llamar “del tiempo” por la condición “inmaterial” de sus creaciones —no de esta manera de sus instrucciones escritas o bien de sus interpretaciones prácticas, y para distinguirlas de las tradicionales artes plásticas, cuya materialidad —hegelianamente pesante en la anticuada arquitectura, equilibrada en la tradicional estatua y más espiritual en la romántica pintura las hacía presuntas dueñas “del espacio”