Estela del fuego que se distancia, la primera novela escrita por Luis Goytisolo tras Antagonía, corrobora el destacadísimo sitio que el creador ocupa en la narrativa moderna. "Tu vida es una historia escrita por otro", afirma un enigmático visitante a uno de los protagonistas de Estela del fuego que se distancia. Una oración que, considerada en su contexto, tiene un significado más textual que sencillamente metafórico. En efecto: los primeros episodios de la novela nos ofrecen diferentes aspectos de la vida de A, un hombre que en todos y cada uno de los terrenos ha logrado siempre y en todo momento y prácticamente sin esmero lo que se ha propuesto. Solo un problema: la frustración de sus impulsos autores, el sacrificio de su vieja vocación literaria en interés de su situación social y económica. Una preocupación que semeja ir en incremento conforme avanza el relato y A se entrega a la redacción de sus anotaciones y a la evocación de los recuerdos poco a poco más lejanos que el repaso de su vida produce. En paralelo a esta preocupación, aparece otra, no formulada explícitamente mas no por esta razón menos profunda: la complejidad de establecer la línea que aparta la insensatez de la cordura. Elementos que, poquito a poco, cambiarán el desenfado inicial del relato en un impreciso, y por este motivo todavía más desazonante, tiempo de inquietud. Cara la mitad de la obra, las notas de A semejan corporeizarse, y de esta forma conocemos al protagonista de la novela que proyecta redactar el negativo, el antiyo de A. Es decir: un hombre que, al contrario de A, ha sacrificado prácticamente veinte años de su vida a una investigación sobre el término de afrenta. Mas el tema ha dejado de interesarle y ahora abriga nuevos proyectos. Y ese hombre, B, no solo cobra vida autónoma dirigiéndose al lector empleando decididamente la primera persona, sino nos transforma poco a poco en cómplices de sus nuevos proyectos. Ante todo, vivir, romper el aislamiento en el que se encontraba encerrado, aprovechar al límite cuantos aspectos agradables pueda ofrecerle la vida rutinaria. Y, seguidamente, redactar una obra de ficción protagonizada por un winner nato, un personaje por medio de cuya personalidad pueda recobrar cuantas experiencias le ha hecho perder su voluntaria reclusión. Un antiyo con más de un punto de contacto con A, el narrador inicial, como las evocaciones personales de B, tienen asimismo, como réplica en negativo, más de un punto de contacto con las de A. Solo que si ya antes la dicotomía esencial del relato quedaba establecida en la relación corduralocura, ahora se establece entre realidadirrealidad o bien, si se prefiere, entre naturalsobrenatural. Y la aparición, entre los papeles de B, de un manuscrito que semeja escrito con su máquina y del que acaba por aflorar una nueva voz narradora, la del extraño visitante mentado al principio, terminará por hacer tambalear sus proyectos, interpolando al unísono que extrapolando la historia de un hombre, A, que escribe una novela cuyo protagonista, B, escribe por su parte una obra de ficción cuyo protagonista es A. Obra profunda al unísono que entretenida, horrible al unísono que entretenida, la transformación de la ironía predominante en los primeros episodios en humor duro, malévolo, no hace, en verdad, sino más bien impedir que la emoción provocada por su lectura concluya por transformarse, pura y sencillamente, en una aún más dura impresión de horror