Administración de la prevención de riesgos en la pequeña y mediana empresa El propósito de este texto es facilitar, como guía, el diseño de las actuaciones y procedimientos que dejen conformar el Sistema de Prevención de Peligros Laborales de la compañía, basándose en las indicaciones y demandas de la Ley 31/1995 de Prevención de Peligros Laborales, la Ley 54/2003 de Reforma, el RD 39/1997 por el que se aprueba el Reglamento de los Servicios de Prevención, el RD 171/2004 en materia de coordinación de actividades empresariales y los reglamentos concretos en materia de Prevención de Peligros Laborales. Este texto se dirige singularmente a la pequeña y mediana empresa, PYME, y por esta razón solamente se han recogido aquellos aspectos más relevantes, no solo por su demanda normativa, sino más bien asimismo por su utilidad. Hay que tomar en consideración que la Prevención de Peligros Laborales, con lo que comporta de atención a las condiciones laborales de las personas primordial valor de la compañía, forma, con una conveniente administración, un medio determinante para lograr niveles inmejorables de calidad de productos, servicios y procesos, contribuyendo con esto a que la compañía sea eficaz y competitiva. Solo con personas cualificadas y motivadas se puede conseguir el nivel de innovación, inventiva y compromiso que las organizaciones precisan. La prevención y generalmente la atención a las condiciones laborales, regida por principios éticos, es la mejor forma para conseguir la confianza de los trabajadores, fortalecer el liderazgo de los directivos y probar frente a la sociedad el nivel de responsabilidad social asumido en materia laboral. Para diseñar y también implantar un Sistema de Prevención eficiente, primeramente, hay que QUERER hacerlo. La dirección debe actuar conforme a las demandas normativas, mas además de esto debería comprender su valor y su contribución al buen funcionamiento de la compañía. Una definición clara de compromisos y objetivos contribuirá en tal empeño y un buen asesoramiento externo debería asistir a descubrirlo. Seguidamente y en congruencia con lo precedente, hay que PODER hacerlo, es decir es preciso contar con de los recursos precisos tanto materiales como organizacionales para conducir el proyecto a buen término, aprovechando en buena medida los medios con los que la compañía cuenta. En tercer lugar, hay que SABER hacerlo, siendo precisos los conocimientos y habilidades en materia precautoria, acorde a las peculiaridades de la compañía y peligros laborales a los que debe enfrentarse. Por último, hay asimismo que poder DEMOSTRAR, interna y externamente que lo que hacemos, aparte de cumplir la legalidad, es útil personal y de forma colectiva a todos y cada uno de los miembros de la organización. Solo de este modo, los cambios de actitudes van a ser convenientes a la mejora de las condiciones laborales y a los intereses empresariales, asentando una auténtica cultura precautoria. Tristemente estos 4 círculos, no se solapan correctamente y el espacio común entre ellos es reducido, con lo que la eficiencia del sistema asimismo es limitada. Por razones de eficacia en la administración de sus recursos, la compañía debiese intentar avanzar gradualmente integrando correctamente semejantes cometidos