Ignacio Agustí cierra con Guerra Civil la serie de novelas que comenzó con Mariona Rebull y que forman la saga La ceniza fue árbol. Esta novela es la conclusión de un periodo de la historia de Barna y de la vida del fabricante Joaquín Rius. Tiene, en consecuencia, una contextura epilogal, conclusiva; es como el término de un prolongado vuelo hacia través del tiempo. Conforme se aproxima a su resultado, la novela planea sobre una extensión de sucesos; la historia se aproxima a su final con el aplomo y la pausa que demandaban los grandes sucesos pasados. Todas y cada una de las figuras en ella conocidas asisten a la imperdonable conclusión de su andadura; todas y cada una cruzan la horrible ocasión de la guerra civil, se inundan como náufragos que bracean para subsistir. De entre todos estos personajes resalta el más joven de los Rius, Carlos, que en compañía de Miguel Llobet puede decirse que protagoniza esta novela. A él atañe la misión de reivindicar la vieja empresa familiar cuando se ha desposeído de las prendas militares. Y es quien enlaza con la sangre de los Llobet, para hacer de las 2 una sola alcurnia. Mas quien, presente o bien no, prosigue dominando y encabezando la acción de la novela es el viejo y fenomenal Joaquín Rius, el viejo leño de la raza, capaz de conmover al lector con los rasgos viejos y de conducirle hasta el fin con la apostura misma de sus años jóvenes. Las figuras y los dramas que concurren en torno a la acción primordial las peripecias de Blanca y Máximo hasta su trágico y horrible final, las de Evelina Tuesta y Rita Arquer, la de Pepa Cortina, la de Matías Palá y la del político Borredá, la de Josefina y los suyos, la de Crista y hasta la del propio Desiderio, emigrado en la ciudad de París sirven de contrapunto a la gigantesca creación humana y social que es Joaquín Rius, que con este libro emprende claramente su vida perdurable