Cara una fantástica etapa de la vida El contenido del presente folleto nos invita a meditar sobre una fa­se vital de la vida: “la edad adulta”, esa edad a la que siempre y en todo momento solicitamos a Dios poder llegar para poder ver acabados nuestros sueños, metas, propósitos de vida, desarrollo de los hijos, nietos, entre otros muchos. Llegar a ser adulto es un privilegio que nos da Dios con lo que este ansia­do sueño ha de ser una fantástica y soñada etapa de la vida, una fase de transformación y nuevas experiencias a la que todos vamos a llegar, es una responsabilidad como humano cualquiera que sea nuestra edad, con­cebir esta experiencia de vida con el corazón abierto, con deSeos de querer y de ser amado, el deseo, la voluntad y el gozo de proseguir viviendo. Esa fase vital La edad adulta, como todas y cada una de las etapas de la vida, es un periodo de desarrollo progresivo, sensible, intelectual y social. El objetivo principal consiste en localizar, aclarar y ahondar en los logros de una vi­da de aprendizaje y adaptación a nuevas circunstancias. Implica cambios biológicos, sicológicos y sociales. Jamás se debe conce­bir como equivalente a enfermedad. Es interesante ver como los viejos helenos y romanos, árabes y persas alababan a los adultos. Considerándolos de suma importancia debido a que representaban el tesoro de la memoria pues guardaban los descubri­mientos de los conjuntos humanos en temporadas en que no había escritura para archivar la memoria y la mayor parte de la gente no sabía leer. Esta remembranza nos hace rememorar que los hombres tenemos en una gran parte, lo que el resto nos trasfieren, esto hacen las personas mayores, asimismo nos asisten a percibir, configurar, y determinar la realidad; nos in­culcan hábitos, valores, pautas que nos modelan y tutelan para permitir el desarrollo de la inteligencia y el planeta cariñoso. Cara un nuevo término Muchos adultos son dueños de un sobrante de energía y procuran ac­tividades nuevas y diferentes. En su mayor parte los recién retirados son sanos, fuertes y bien educados y pueden dedicar el tiempo del que disponen al progreso personal, ac­tividades comunitarias o bien políticas. En esta etapa se liberan las presio­nes y responsabilidades de trabajo y cumplimiento de horarios y se da paso al relajamiento personal, al convivir familiar y al esparcimiento mental. Las ocasiones han llegado pa­ra quedarse, ya no debemos meditar en que se nos acaban las vacaciones. Somos los protagonis­tas de nuestra evolución co­mo personas, como seres huma­nos y más que jamás esenciales miembros de la comunidad a la que pertenecemos. Las convidaciones a participar de diferentes actividades ha de ser una moti­vación para sostenernos en incesante actualización de temas de la épo­ca, intentando siempre y en todo momento estar al día del suceder nacional y también internacional. Una persona mayor debe hacer vida normal, proseguir con sus paSeos, dar seguimiento a la actualidad leyendo periódicos, frecuentar a sus fami­liares, ir al cine o bien al teatro, cooperar en actividades comunales. Debemos proseguir viviendo, gozando de nuestro desarrollo per­sonal y de otros placeres previamente ignotos o bien insuficien­temente valorados