Hijas de Dios Elena G. De White En la segunda mitad del siglo XIX, ciertas iglesias protestantes empezaron a atribuir mayores responsabilidades de liderazgo a la mujer. Esto asimismo ocurrió en la Iglesia Adventista del Séptimo Día. De los primeros diez tesoreros de la Asociación General (1863¬1883), 3 fueron mujeres. De los 12 articulistas de la gaceta The Youth Instructor [El Instructor de la Juventud] que sirvieron entre mil ochocientos cincuenta y dos y mil ochocientos noventa y nueve, 9 fueron mujeres. Vegetación Plummer dirigió el Departamento de Escuela Sabática de la Asociación General a lo largo de 23 años. Entre mil ochocientos setenta y ocho y mil novecientos diez, la Iglesia Adventista concedió más de treinta credenciales a mujeres predicadoras. Elena G. de White habitualmente hizo mención al hecho de que “El Señor tiene una obra tanto para las mujeres para los hombres […], pueden llegar al corazón de aquellas personas que los hombres no pueden alcanzar”. —The Review and Herald, veintiseis de agosto de mil novecientos dos. En esta colección dedicada a la mujer en la obra de Dios, se ha reunido una gran parte de los consejos dados por Elena G. de White sobre este tema. Asimismo se han incluido episodios sobre la estima propia y el equilibrio en todos y cada uno de los aspectos de la vida. Ciertos de estos consejos fueron dirigidos originalmente a los hombres, mas se aplican del mismo modo a las mujeres. En la sociedad actual llena de presiones, muchas mujeres deben salir a ganar su sueldo, y muchas madres al cargo de sus hijos se ven en la necesidad de buscar la manera de proveer para su familia. El contenido de estos episodios las va a ayudar a restaurar y sostener su sentido de dignidad, y a saber que son esenciales y valiosas a la vista de Dios. Ciertas declaraciones que se hallan en este libro, han de ser entendidas a la luz del contexto cultural y social del tiempo en que fueron escritas. “Acerca de los testimonios, nada es ignorado, nada es puesto a un lado. No obstante, deben tomarse en cuenta el tiempo y el lugar”. —Mensajes Escogidos 1:65. Para asistir al lector, hemos tratado de ofrecer el contexto para comprender las declaraciones de forma plena. Asimismo hemos incluido la data de la publicación, o bien la data original en que fue escrita si se trata de una colección siguiente a la muerte de Elena G. de White. El año citado en paréntesis se refiere a la data de publicación en inglés. En unos pocos casos, hemos convocado una fuente siguiente debido a la carencia de la publicación original, mas hemos incluido la data de esta última. Los subtítulos de todo el libro han sido creados por los compiladores. Hijas de Dios es un libro publicado con el objeto de animar, inspirar y reafirmar a las mujeres de todo el planeta. Incluye consejos que despiertan en toda mujer el deSeo de batallar por los más elevados ideales en todos y cada uno de los campos de la vida, tanto en el aspecto personal como en el profesional. Cada mujer es de incalculable valor a la vista de nuestro Padre divino. Dios creó a la mujer al lado del hombre, de igual valor, y asociada con él para el cumplimiento de la misión encomendada a los humanos. El Padre dio a su Hijo único a fin de que muriera por toda la raza humana: individual y de forma colectiva, por hombres y mujeres. Es nuestro deSeo que los miembros de iglesia alrededor del planeta consigan una nueva visión y muchas bendiciones con la lectura de este libro. Dios precisa los talentos de todos y cada uno de los que integran su pueblo para acabar su obra en esta tierra. Los Fideicomisarios del Patrimonio White Todas y cada una de las [mujeres] que trabajan para Dios deben reunir los atributos de Marta y los de María: una predisposición a servir y un franco amor a la verdad. El y el egoísmo han de ser eliminados de la vida. Dios solicita obreras fervientes, que sean prudentes, cordiales, tiernas y fieles a los buenos principios. Llama a mujeres perseverantes, que separen su atención del y la conveniencia personal, y la concentren en Cristo, hablando palabras de veras, [Nota de los Editores: En la temporada en que Elena G. de White escribió—la segunda mitad del siglo XIX y la primera década del XX—la expresión ‘el hombre’ como los pronombres masculinos, eran utilizados generalmente para referirse a toda la humanidad: varones y mujeres. Y esta como es lógico fue la práctica de Elena G. de White. Sin duda, si escribiera en nuestros días, utilizaría un lenguaje que incluyese a hombres y mujeres; en tanto que podemos ver que en sus manuscritos originales, muy frecuentemente añadía la palabra ‘mujer’ tras haberse referido genéricamente al ‘hombre’.] orando con las personas a las que tienen acceso, trabajando por la conversión de las ánimas. —Joyas de los Testimonios 2:405