Hijo, siempre y en todo momento estás conmigo, y todo lo mío es tuyo P. Daniel Albarran Precisión del procedimiento y del estilo de este retiro Para empezar nuestros días de retiros, vamos a concretar el camino que vamos a caminar, con la asistencia del Espíritu Beato, que nos debe conducir, conforme se puede parafrasear del evangelio de San Lucas cuando afirma que Jesús fue al desierto tras el bautismo en el Jordan. Afirma el evangelista que Jesús “era conducido por el Espíritu en el desierto” (cfr. Lucas cuatro, ciento catorce). Esa aseveración de Lucas implica la asistencia trinitaria. Va al desierto, mas conducido. Asimismo . Vamos al retiro con la certidumbre de estar conducidos. Eso nos evitará cualquier posibilidad de ceder frente a las dificultades que nos vengan en el desierto. Y tomemos como semejante a desierto, como sitio solitario y lejos de la civilización y de nuestros mundos rutinarios, el sitio del retiro espiritual del actual año (Caripe del Guácharo). Y como experiencia de “conducido”, el hecho de no hacer una separación de nuestra realidad sacerdotal, en comunión con la Iglesia de todos y cada uno de los tiempos, al cumplir el orden preceptivo de efectuar retiro espiritual una vez por año (cfr. Canon doscientos setenta y seis, # cuatro). Y ya eso, nos da la certidumbre de la sumisión, y la experiencia de cumplir lo que nos toca, en suma y absoluta obediencia. Eso nos asegura la “conducción del espíritu en el desierto”; y más todavía, de estar “lleno de Espíritu Santo”, como en el caso de Jesús (cfr. Lc. cuatro, 1), para cumplir el orden del Padre, en el caso de Jesús, en y con el Espíritu; y por el orden de la Iglesia, en el caso nuestro, asimismo asistidos por el Espíritu, que es al fin y al postre obra suya, que no es otra cosa que exactamente la misma de la Iglesia