Hume. En qué momento saber ser incrédulo – Gerardo López Sastre El pensador, economista y también historiador escocés David Hume (diecisiete millones ciento once mil setecientos setenta y seis) llevó hasta sus últimas consecuencias el proyecto empirista desarrollado por John Locke y George Berkeley. La manera en que lo acaba implica clausurar por completo la posibilidad misma de la metafísica, entendida como el conjunto de teorías que pretende ir alén de la experiencia. Mas Hume es más que el estadio último de una tradición, el pensador que despertó a Kant de su sueño dogmático o bien el precedente del positivismo lógico del siglo xx, como se muestra durante lasde este libro. En último término, en tanto que nuestras sociedades occidentales encarnan muchos de los valores que defendió, Hume prosigue siendo nuestro moderno, del mismo modo que, en otro nivel, forma una opción alternativa con la que confrontar otros modelos sociales. David Hume llevó a sus conclusiones lógicas el empirismo de John Locke y George Berkeley; esto es, acabó una tradición filosófica y, con esto, hizo imposible la metafísica, el postular y proteger teorías que fuesen alén de la experiencia. Mas Hume es más que el esta­dio último de una tradición, es más que el pensador que despertó a Kant de su sueño dogmático o bien el precedente del positivismo lógico del siglo xx. Nuestro reto ha de ser estudiarlo en sí, procurar entender de qué forma veía su proyecto filosófico. Y, en este sentido, no puede hacerse mayor injusticia al pensamiento de Hume que «tro­cearlo», que negarse a verlo como un proyecto integral y excepcio­nalmente congruente. Desgraciadamente, este ha sido muy frecuentemente el caso, volviéndolo de esta forma irreconocible. Si algo hay de original en este libro es el intento de ver de qué forma los diferentes temas se marchan sucedien­do unos a otros, ver de qué forma cada uno de ellos ocupa lo que podemos llamar «su lugar», formando de esta forma una auténtica teoría de la naturaleza humana y de todas y cada una de las dimensiones en las que esta se despliega. Al respecto, Hume creía que la naturaleza les afirma a los hombres que se entreguen a su pasión por la ciencia, mas que les solicita que su ciencia «tenga una referencia directa a la acción y a la socie­dad», algo que expresó en su conocida aseveración «sé pensador, mas en la mitad de tu filosofía sigue siendo un hombre». En cum­plimento de este propósito, y como «anatomista» de la naturaleza humana, Hume estudiará el funcionamiento del comprensión y su alcance, las cosas que está dispuesto para conocer y las que no; también, estudiará nuestras pasiones, y por todo ello se va a sentir bien listo para buscar ahora los fundamentos de la sociedad y propugnar un modelo realista de convivencia humana que haga posible el progreso. Y es que en este punto hay que ser realmente claro: adherirse a la experiencia no significa ser conformista, admitir sin más ni más lo existente, por servirnos de un ejemplo «el orden dado». La razón pue­de organizar la realidad, mas debe hacerlo poniendo sus cálculos al servicio de la satisfacción de nuestros deSeos y aspiraciones. Este es el sentido de otra de sus tesis más conocidas, la que asevera que «la razón es, y solo ha de ser, esclava de las pasiones»