En novecientos sesenta y dos el rey germánico Otón I restaura la corona imperial occidental con el apoyo del papa Juan XII en la simbólica Roma: es el origen del Sagrado Imperio RomanoGermánico, al que le espera una larga existencia que solo concluirá con las guerras napoleónicas. No obstante, en estos pasos iniciales se encontrará con la animadversión de Constantinopla, que se considera a sí como el genuino Imperio Romano, sin solución alguna de continuidad respecto de la vieja Romania. Cuestiones de prestigio y prevalencia, y otras más utilitarias referentes al dominio sobre Italia, van a llevar al emperador Nicéforo Focas a enfrentarse con el nuevo emperador. No va a reconocer el título que Otón se atribuye, y en justa correspondencia, desde occidente se generalizarán las expresiones imperio heleno o bien imperio bizantino para referirse a los herederos de los romanos. En este marco va a tener sitio la embajada del prelados Liutprando de Cremona a Constantinopla, donde ya había estado de antemano. El maestro José Marín Riveros expone la situación de este modo: "Interesado Otón el Grande en desposar a su hijo, Otón II (novecientos setenta y tres mil novecientos ochenta y tres), con una princesa bizantina, decidió mandar a Constantinopla, aprovechando su experiencia, al prelados de Cremona, quien llegó a la capital imperial el cuatro de junio de novecientos sesenta y ocho, según él mismo narra. La misión del embajador consistía en lijar asperezas entre el Sagrado Imperio Romano Germánico y el Imperio Bizantino, cuyas relaciones se habían estropeado por las incursiones de Otón en Italia, con la intención de reunir sacrificios en la lucha contra los sarracenos en el sur de la península; la paz quedaría sellada, idealmente, con la coalición marital. En la Relatio de Legatione Constantinopolitana, una larga cartainforme dirigida a los Otones, Liutprando da cuenta de las peripecias vividas en Constantinopla, pintando un cuadro vivaz si bien desmedido por su resquemor y dando brida suelta a su encono contra los helenos por el trato recibido, en un relato cargado de subjetividad que contiene ridiculizaciones ridículas ciertas sabrosísimas, a propósito del emperador y su ambiente. La Relatio es, de esta forma, un documento notable al instante de sopesar las relaciones entre el occidente latino y el oriente heleno." "La Relatio de Legatione Constantinopolitana se puede clasificar asimismo en el mismo género de relatos, y es, en la práctica, una larga cartainforme dirigida al emperador para explicarle las peripecias del viaje y la causa de su retraso para regresar a Occidente (Liutprando estuvo, forzadamente afirma, a lo largo de 4 meses en Constantinopla). Tiene la Relatio sesenta y cinco episodios de dispar extensión, en los que el creador, en orden temporal, refiere su llegada a la Capital, su recibimiento y sus discusiones políticas, sobre todo, mas asimismo religiosas con sus interlocutores. El del narrador tiene una fuerte presencia, dando al relato, de manera frecuente, un tono trágico... No estamos en frente de un frío informe políticodiplomático, sino más bien a una exposición sabrosa y también irónica, en ocasiones ridícula y otras de aguda fineza, escrita por un testigo culto y sensible, si bien en ocasiones asimismo insolente. Frecuentemente el relato destila amargura, y lo que sorprendía a Liutprando en su primer viaje, ahora lo fastidia. Y es que en novecientos cuarenta y nueve era un diácono legado de un rey (Berengario) frente al emperador, mas en novecientos sesenta y ocho ya es prelados, y ha sido mandado por el emperador, y desea, puesto que, que se le trate con la dignidad que su cargo, misión y emisario merecen. A propósito es su situación o bien situación la que ha mutado, y no la del Imperio Bizantino, que con justicia estima que no puede existir otro Imperio, con lo que considera al embajador como un mandado real y solamente. El contraste entre la intención de cada parte lleva a largas discusiones de carácter político entre el emperador bizantino y Liutprando." "Pese al subjetivismo dominante en la obra y de aquella oratoria presta ya para halagar, ya para condenar, es considerada como una de las más relevantes para conocer la realidad política de su temporada y, con relación a sus viajes, realiza una descripción en ocasiones irónica, eso sí bastante interesante de la Constantinopla del siglo X, y de los sentimientos de un latino frente a ella, su gente y sus costumbres, que en ocasiones le ocasionan admiración, y otras las halla chocantes. Conforme P. Bádenas, la Antapodosis y la Relatio muestran un vivaz retablo, no exento de sarcasmo, de sus peripecias en la capital imperial, formando un documento excepcional sobre la percepción occidental, más bien hostil, del oriente heleno del siglo X, además de proveer una cantera de información de todo género sobre la cultura, vida rutinaria y la lengua de Bizancio."