Inteligencia sensible infantil y juvenil. Ejercicios para cultivar la fortaleza interior en pequeños y jóvenes – Linda LantieriHace poco le pregunté a una madre qué tal le iba a su hija en el instituto. «Bien, afirmó, se le dan bien las matemáticas y realmente bien la lengua mas mucho mejor la inteligencia emocional».Años atrás esta charla no se habría producido. En mil novecientos noventa y tres Linda Lantieri y , así como un pequeño conjunto de colegas con ideas similares, fundamos Collaborative for Academic, Social, and Emotional Learning (CASEL, Colabo­ración para el Aprendizaje Académico, Social y Sensible). Entonces trabajábamos con varios programas en los que aparecía el «aprendizaje social y emocional» (Social and Emotional Learning, SEL), la enseñanza sistemática de la in­teligencia sensible en las salas. Estos programas agregan a la jornada escolar normal un plan para administrar la vida: mejo­rar la autoconciencia y la confianza en uno mismo, dominar las emociones y los impulsos perturbadores, y acrecentar la empatía y la cooperación.Linda dirigía Resolving Conflict Creatively (Resolución Creativa de Enfrentamientos), uno de estos programas que se aplicaba en cientos y cientos de escuelas para combatir contra las cre­cientes tasas de violencia. Muchos de los primeros intentos de aprendizaje social y sensible en los institutos se desarro­llaron para combatir este problema: el consumo de alcohol y drogas en los adolescentes, el abandono escolar, los em­barazos no deseados y otros riesgos de la adolescencia. Cuan­do la W. T. Grant Foundation, patrocinó una investigación sobre estos programas para descubrir por qué razón eran eficientes (y otros no), la enseñanza de habilidades sociales y sensibles re­sultó ser un componente vital.Desde que Linda y comenzamos a trabajar, el aprendi­zaje social y sensible se ha extendido a decenas y decenas de miles y miles de escuelas a lo largo del planeta y sigue medrando. En este desarrollo ha influido mi libro Inteligencia sensible, publi­cado en U.S.A. en mil novecientos noventa y cinco, que mantiene que los estu­diantes van a estar más dotados para la vida si en su programa de estudios, aparte de los fundamentos académicos, se inclu­ye una preparación en los fundamentos de las habilidades so­ciales y sensibles. Durante la vida resultan esenciales una mayor autoconciencia, una mejor capacidad para dominar las emociones perturbadoras, una mayor sensibilidad en frente de las emociones del resto y una mejor habilidad interper­sonal; mas los cimientos de estas destrezas se edifican en la niñez.La neurociencia nos enseña que el cerebro del pequeño ex­perimenta un enorme desarrollo y no se detiene hasta la mi­tad de la veintena. Los científicos lo llaman neuroplasticidad y quiere decir que el modelado de los circuitos cerebrales a lo largo de este periodo de desarrollo depende, en gran medi­da, de las experiencias al día del pequeño. En esta etapa, estas influencias ambientales sobre el desarrollo del cerebro son particularmente poderosas para configurar sus circuitos neuronales sociales y sensibles. Por poner un ejemplo, los pequeños que han sido bien educados y cuyos progenitores les asisten a tranquilizar­se cuando están inquietos semejan desarrollar mayor fortale­za en los circuitos cerebrales para dominar la angustia; si sus progenitores no les atienden resulta más probable que actúen siguien­do impulsos beligerantes o bien que tengan inconvenientes para tranqui­lizarse cuando estén perturbados.Los buenos progenitores son como los buenos profesores; al ofrecer una base segura, los adultos responsables de los pequeños pueden crear un entrecierro que deje marchar a sus cerebros al límite desempeño. Esta base se transforma en un refu­gio seguro, un campo de fortaleza desde el que aventurarse a explorar, para aprender algo nuevo y para lograr metas. El pequeño puede interiorizar esta base segura si se le enseña a do­minar mejor su ansiedad a fin de que pueda concentrar mejor su atención. Esto asimismo potencia su capacidad para conseguir un entrecierro perfecto para el aprendizaje.La forma más eficiente de que todos y cada uno de los pequeños consigan las mejores lecciones del corazón es que estas formen una parte de la jornada escolar y de la vida en familia