Introducción a la algorítmica – UOC Este módulo introduce el lenguaje algorítmico que utilizaremos para expresar nuestros primeros algoritmos. En los módulos siguientes vamos a ver, conforme vayamos introduciendo otros conceptos, ampliaciones de este lenguaje. El aprendizaje de la programación comienza por hacer acciones fáciles con ciertas herramientas básicas y, una vez asimiladas, avanzamos acumu­lando nuevos conocimientos más complejos y avanzados con las herramien­tas pertinentes. Es preciso hacer este proyecto de forma gradual y conforme los conceptos más fáciles están bien asimilados. De ahí que, es im­portante dominar los temas de cada módulo y, singularmente de este, que es la base de los que vienen ahora. Ciertos de vosotros aún os vais a preguntar por qué razón debemos emplear un lenguaje diferente del que utilizamos habitualmente: catalán, castellano, inglés, etcétera De este modo, por servirnos de un ejemplo, debemos un libro de recetas de cocina es realmente un libro de algoritmos, donde el estado inicial de cada algoritmo presentado consiste en tener los ingredientes al alcance (y los recursos precisos para co­cinarlos) y el estado final es la presencia en la mesa de un plato con el que nos podemos chupetear los dedos (o bien eso afirma el creador del libro). Un libro de cocina está escrito en lenguaje natural: catalán, castellano, inglés… Así, ¿por qué razón no describimos asimismo los algoritmos en lengua­je natural? Se dan 2 esenciales factores para no hacerlo. Primeramente, el lenguaje natural presenta con frecuencia vaguedades que complican la entendimiento del mensaje que debemos trasmitir. Esto nos podría llevar en muchas ocasiones a malas interpretaciones de algoritmos. Obviamente, podemos procurar no ser am­biguos y lo podemos lograr (con bastante esmero de vez en cuando). No obstante, hay un factor más esencial. Imaginad que deseamos hacer una fideua (guiso de fideos con caldo de pescado). Como precondición, deberemos contar con de todos y cada uno de los ingredientes, aparejos precisos y elementos com­bustibles (gas, leña, etcétera). Hasta acá, ningún inconveniente