José Serrano y la totalidad de la zarzuela – José Salvador Blasco Magraner José Calixto Serrano Simeón es de los pocos músicos valencianos que, así como Manuel Penella Moreno, llegaron a tener su compañía lírica, logrando una más que notable solvencia económica, con una dulce jubilación, dedicado a la pesca, en la localidad marítima de “El Perelló”. En contraste a Penella, cuya vida anduvo llena de aventuras y profesiones, matador, marinero y sastre, entre otros muchos menesteres, Serrano abandonó el juego del billar en la localidad costera del río Xúquer para trasladarse a la capital española y buscar una ocasión en el proceloso planeta del teatro lírico. En la Villa y Corte matritense, Serrano fundaría una gaceta en valenciano titulada El Guitarro, quizá recordando aquellos días infantiles en que aprendía a tocar la guitarra, aparte del violín. Y, de esta manera, dejó el magisterio de Salvador Giner en la urbe del Turia y lo cambió por el socorro a Fernández Caballero, en cuya vista sí se ponía el sol, aquejado por el mal de Tiresias, el griego. Un noble ademán que le abrió la primera puerta. Y de esta forma fue. Desde la ocasión que le ofrecieron los hermanos Serafín y Joaquín Álvarez Quintero con El Motete, Serrano cuajaría una refulgente carrera dedicada al género chaval. Su única ópera, La Venta de los Gatos, tampoco vio la luz… en vida del compositor; si bien sí hubo sido estrenada un par de años tras su fallecimiento, en el Teatro Primordial de Valencia, de donde pasaría entonces al Teatro Lírico, un coliSeo valenciano más humilde. Con su indiscutible talento melódico, José Serrano es un auténtico representante del más sublime melodismo del género muchacho, con una notable carga trágica, en donde puede percibirse la repercusión del capitán de la escuela verista de ópera italiana: Giacomo Puccini. El Doctor Don José Salvador Blasco Magraner ha efectuado una estricta y profunda investigación en este libro, que supera sobradamente el campo divulgativo, o aquel otro trufado de anécdotas, indudablemente salsón, como el de Ángel Sagardía. Un libro este que tienes en tus manos (o bien en la pantalla de tu PC) que ha supuesto muchos años de trabajo serio, silente, mas cuya redacción no desprecia en lo más mínimo el carácter entretenido. Y es que, siguiendo la máxima horaciana, el docere no tiene por qué razón estar reñido con el delectare