En esta novela se expone la historia de un lejano alquimista, Bellido Velo, que vivió en la edad media, un eslabón de una familia de alquímicos que, en una reiterada tradición familiar, creyeron siempre y en toda circunstancia estar a puntito de lograr la taumaturgia de lo deseado, ilusionados en la acumulación de conocimientos traídos, cuando no robados, de los más diferentes puntos de la Europa medieval, Oriente y África, con los que efectuar la "Gran Obra" y conseguir el deseado oro. El convocado protagonista, que no tiene vocación de alquímico, trata de establecer un nuevo camino, personal y algo diferente, mas próximo a las ideas familiares y, al unísono, alejadísimo de las reglas impuestas por el rebisabuelo de su rebisabuelo, el iniciador de un gremio tan secreto como limitado en exclusiva a su familias. Para esto, Bellido, viaja por el planeta conocido en esas datas, persiguiendo lo que para él no es una quimera, sino más bien un arquetipo que lleva impreso en su ánima y que es lo que le impulsa infatigable cara delante, más lejos, más alto y sin temor a las consecuencias de lo que le pueda suceder por su inacabable peregrinación, contactando con un planeta lleno de secretos y misterios. No obstante, en el decurso de sus viajes, en contacto con otros viajantes, de mentalidades similares y al unísono oponentes, con otras visiones no solo de la alquimia, sino más bien asimismo de la espiritualidad, de la moral y de la mística, se le abre un horizonte diferente del que persigue. La vida rutinaria misma, con sus golpes y enseñanzas, aciertos y fallos, le hace derivar en sentidos que no tenía previstos, como localizar el amor con libertad, y no el que le sería impuesto por el interés de su familia, a fin de que todo continúe en el secreto familiar, como siempre y en toda circunstancia ha sucedido