Ningún cuento de hadas es, tal vez, más conocido que La Hermosa y la Bestia. La literatura y el cine se han encargado de propagar universalmente las horribles y cautivadoras aventuras de una joven virtuosa que debe sacrificarse por su padre, entregándose a un monstruo, para descubrir feliz y también inevitablemente que su terrible prometido es el más bello de los príncipes. Mas absolutamente nadie más ignoto, indudablemente, que la genuina autora de la historia, Gabrielle de Villeneuve (dieciseis millones ochocientos cincuenta y mil setecientos cincuenta y cinco), que cayó inmerecidamente en el olvido después de que una hábil narradora concentrara su novela en las dimensiones de un simple cuento infantil. La historia de la literatura abunda en injusticias semejantes, de las que con gran frecuencia fueron víctimas las mujeres; es paradójico que, en un caso así, el cono de sombra en el que entró a lo largo de más de 2 siglos Gabrielle de Villeneuve se haya debido a la luz que la posteridad prefirió proyectar sobre otra mujer, JeanneMarie Leprince de Beaumont. Mayor todavía es esta injusticia si consideramos las inmensas diferencias que existen entre las complejidades narrativas de la novela original y el carácter lineal del cuento, que redujo la historia a su esquema más simple. La novela de Gabrielle de Villeneuve debió aguardar a mil ochocientos setenta y cinco para ser traducida al inglés; la presente traducción, primera al de España, pretende devolverle a la obra su sitio en la historia de la literatura. Esta edición incluye en apéndice la siguiente versión de Leprince de Beaumont, como 2 de las primordiales fuentes del relato: la Fábula de Cupido y Psiquis, de Apuleyo, y el cuento El Rey Cerdo, de Straparola da Caravaggio