La obra de Alain RobbeGrillet, primordial representante del nouveau roman, es una de las más renovadoras y polémicas de los últimos tiempos. Desde su debut literario a inicios de los años cincuenta, RobbeGrillet arremetió contra las formas tradicionales de hacer literatura y se formó en enfant horrible de las letras francesas. Tras una etapa de fanático rigor formal en sus primeras 3 novelas, más tarde se decantó cara nuevos horizontes que de forma explícita conjugan el objetivismo con razonamientos sorprendentes y originales. La casa de citas representa tal vez el mayor logro de esta segunda temporada. En el fantasmagórico decorado de una HongKong onírica, asistimos a una inquietante y amena parodia de todo y de todos: folletín romántico, libro de aventuras, drama, literatura erótica, novela policial, La casa de citas amalgama, en un trasvase progresivo de planos, las distintas categorías que frecuentemente estratifican la realidad. Desde una enigmática y muy elegante celebración en la misteriosa Villa Azul, el creador plasma un increíble planeta de tráfico de drogas, trata de menores, crímenes y amores contrariados. Los personajes se desunen, pierden o bien confunden su identidad, para ahora recuperarla precariamente Como en un laberinto concéntrico, la historia nos acerca poquito a poco al misterio de la representación que nos hacemos de la condición humana y a la falta de consistencia de un planeta, en apariencia ordenado y opaco, que discurre mediante consecutivas escaleras de caracol, falsos escenarios y puertas ciegas... La casa de citas evoca un cosmos enormemente impreciso cuya extraña intensidad reenvía de progresivo al lector cara los dominios de lo imaginario. Una magistral escenificación que, obstruyendo el control racional de la narración y creando una ambiguedad irreducible, provoca una saludable dosis de indeterminación, reniega de los hábitos de percepción usuales y se abre a dimensiones nuevas psíquicas y anímicas