La civilización empática plantea la visión radicalmente nueva de la naturaleza humana que ponen de manifiesto la biología y las ciencias cognitivas, y que es motivo de polémica entre los círculos intelectuales, la comunidad empresarial y las esferas gubernativos. Los descubrimientos recientes en el campo de las neurociencias y en el del desarrollo infantil nos fuerzan a cuestionar la creencia, tan arraigada, conforme la que los humanos son violentos, materialistas, utilitaristas y ególatras por naturaleza. Ahora, al contrario, comenzamos a percatarnos de que somos una especie esencialmente empática, y esto tiene unas implicaciones profundas y de largo alcance para la sociedad. Desde esta nueva visión de la especie humana, Rifkin nos conduce mediante una historia nunca contada. El creador nos narra la increíble historia del desarrollo de la empatía humana, desde el surgimiento de las primeras grandes civilizaciones teológicas hasta la etapa ideológica que imperó en los siglos XVIII y XIX, como la era sicológica que caracterizó una buena parte del siglo veinte. Rikfin examina la historia económica desde una perspectiva empática, descubriendo nuevos y ricos hilos argumentales ya antes ocultos. El resultado de ello es La civilización empática, un nuevo entramado social tejido desde una extensa gama de disciplinas, desde la literatura y las artes, la teología, la filosofía, la antropología, la ciencia política, la sicología y la teoría de la comunicación. El creador mantiene que en el núcleo mismo de la historia humana hallamos la paradójica relación entre empatía y entropía, y arguye que, en diferentes instantes de la historia, han surgido nuevos regímenes energéticos que han convergido con nuevas revoluciones en las comunicaciones, creando sociedades todavía más complejas. Por su parte, las etnias tecnológicamente más avanzadas han congregado a personas muy distintas, aumentado la sensibilidad empática y ensanchado los límites de la conciencia humana. Mas estos ambientes poco a poco más complejos demandan enormes recursos energéticos, lo que nos aboca a un poco a poco más próximo agotamiento de los recursos. La paradoja radica en que el desarrollo de nuestra conciencia empática es fruto del consumo exacerbado de los recursos energéticos y naturales de la Tierra, lo que ha perjudicado gravemente la salud del planeta. A partir de ello, Rifkin nos invita a meditar sobre la que podría ser el interrogante más esencial que la humanidad pueda plantearse: ¿Estamos a tiempo de lograr la empatía global precisa para eludir el desmoronamiento de la civilización y salvar la Tierra?