En esta excepcional novela la localización geográfica y temporal es completamente reconocible: de la España de la posguerra hasta el comienzo del largo final del franquismo. Mas en La larga marcha lo identificable no es algo dado, fosilizado o bien cerrado. La mirada narrativa de Rafael Chirbes pone en patentiza los oscuros y también incómodos mecanismos personales y colectivos de nuestra historia; las claves narrativas de una historia que una y otra vez sale del olvido y se hace carne: novela. El extenso y ambicioso horizonte narrativo que el libro aborda se acomoda en 2 grandes bloques: la posguerra de España y la resistencia antifranquista de los años sesenta. 2 generaciones pasean delante de un espéculo que no devuelve imágenes agradables o bien autocomplacientes. Hombres y mujeres que se reparten el dolor y la vejación de la derrota (y en algún caso, los despojos y el botín) mientras que aprenden la dura labor de subsistir y salir adelante. La juventud universitaria que procura tomar conciencia en clave marxista mientras que aprende a construirse contra un pasado que inevitablemente es parte integrante de su herencia. Subsistir y actuar. Derrota y vanguardia. Cenizas y fuego. Novela de personajes, novela de generaciones, novela de grandes y ruines pasiones. Novela sobre las grandes y las pequeñas palabras. Y una novela que logra sortear las tentaciones de la añoranza y del idealismo tierno y sentimental sin caer en la caricaturiza libresca o bien en la complicidad autosatisfecha. Una novela que aspira a decirnos de qué obras extrañas y propias somos hijos. Una novela llena de personajes levantados con una maestría narrativa en la que reconocemos las capacidades pertinentes de todos y cada uno de los grandes prosistas. La capacidad para descubrir y dar a conocer los hilos y nudos de relación entre vidas supuestamente dispares. El talento para descubrir la constelación de temores, deSeos y aspiraciones que edifican a cada personaje. La habilidad estilística para regresar específico lo impreciso el sentimiento hecho imagen, ademán, rasgo o bien para atestar de emoción una metáfora. La capacidad para regresar significativo lo supuestamente insípido. Estamos en frente de una de esas novelas que los lectores demandan a los autores de su tiempo, en frente de una de esas novelas que se aguardan. Y en un caso así no se trata de una espera desilusionada. La fuerza edificante que el libro muestra: planos, lenguajes, hechos, secuencias, ecos, rimas narrativas, alcanza logros poco frecuentes. Estamos frente a una cumplida ambición narrativa de primera importancia. Una novela apasionada que demanda una lectura apasionada. Una novela que confirma a Rafael Chirbes como una de las grandes voces narrativas de nuestra literatura. Una novela que hay que escuchar