La matemática de Pitágoras a Newton – Lucio Lombardo Rádice Hace prácticamente 2 mil trescientos años, cuando reinaba en Egipto Ptolomeo I (que reinó del trescientos seis al doscientos ochenta y tres a.C), el sabio heleno Euclides escribió un libro conocido, los Elementos (de geometría). Se trata del libro que, tras las Sagradas Escrituras y las obras de Lenin, ha tenido más ediciones y se ha traducido a más lenguas: ha sido, hasta hace unos decenios, el libro de geometría para la enseñanza media. Puesto que bien, el rey Ptolomeo comenzó a leerlo, mas se fatigó en seguida. Le costaba mucho trabajo proseguir los largos y meticulosos argumentos de Euclides. El rey mandó entonces llamar al científico, y le preguntó si en geometría existía alguna vía más corta y menos laboriosa que la de los Elementos. A lo que Euclides respondió que no, que «en matemáticas no hay caminos reales». Para comprender la matemática hay que hacer marchar el cerebro, y esto siempre y en toda circunstancia supone algún esmero. No es posible hacer unas matemáticas «de tebeo», no es posible convertir su historia en una novelita. El que tenga la psique vaga, el que no sienta el placer de hacer trabajar su cerebro, es mejor que ni tan siquiera comience a leer. En cambio, el que no se amedrenta de los sacrificios de la psique, que no se desaliente si, acá o bien allí, no comprende algo, a primera vista; y no pretenda leerlo todo de corrido, sino lea atentamente, poquito a poco, saltándose las cosas más bastante difíciles o bien haciendo que se las explique alguien que haya estudiado más que . Importante: Se aconseja que todos tengan a mano papel y lapicero para poder reiterar por su cuenta los cálculos, dibujos y argumentos. Se recuerda asimismo que los apéndices a los que se hace referencia en el texto se hallan al final del volumen. Lenguaje: De España