La venganza indiscutible, la justicia dictada por cada realidad y la verdad tras los actos más salvajes descansan en un pueblo acuciado por una extensa demencia. La Península del Caos acoge pensamientos atroces y pasiones desmandadas, horrores vigilantes en los rincones de toda psique y lascivia frente a la existencia más pura. Ciertos años antes que los primeros postes eléctricos se instalasen en las calles y la luz de las lámparas ocupase cada residencia, la hermana Miery Draga fue mandada a la Península del Caos con la simple labor de recorrer sus zonas y estimular a los corazones desprotegidos. La confía no ofrecía peligros, cuando menos en contexto, mas cuando posó su pie sobre aquella porción de tierra llamada LithorElk su horrible fin quedó sentenciado. Aquel pueblo se transformó en la primera y última parada de un recorrido que jamás llegaría a realizar. Solo una noche estuvo la desdichada Miery en aquel sitio condenado; la más espantosa, extensa y dolorosa que jamás tuvo que pasar. Al lado de su desaparición, va a quedar el final de una historia pendida del tiempo. 8 años después, un pequeño de tez pálida y porte glacial se presenta a las afueras de LithorElk. No semeja trasmitir sensación alguna mediante su sosiega mirada mas sí tiene un recorrido que cumplir en el execrado pueblo; hacer surgir la auténtica imagen de una esencia demacrada, profundidzar en los mil miedos que empapan a una aterrorizada heredera encerrada en una absurda residencia, o bien devolver la ocasión desvanecida en el ojo vacío de un soñador tuerto, solo va a ser una parte de lo que encarnará. Sin embargo, una obscura presencia lo va a acompañar durante su recorrido y, mediante los lúgubres acontencimientos que pasarán a lo largo de su estancia en LithorElk, se ocupará de desvelar la verdad tras la llegada y siguiente desaparición de Miery